Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y
dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad,
para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero
la carne es débil. Mt. 26:40-41. Es
claro que a Jesús le hubiera gustado ver a sus discípulos apoyándolo en oración
en un momento tan crucial como el que le tocó vivir, y debe ser decepcionante
para el Señor que cuando los creyentes debiendo estar orando, e intercediendo
por asuntos graves que competen a la iglesia pues los encuentre “durmiendo”, es
decir descuidados de su propia salud espiritual y de sus responsabilidades. El
creyente duerme cuando deja de orar, de leer la biblia, sobre todo de obedecer,
cuando es negligente en sus labores dentro de la iglesia; duerme cuando en
lugar de dar testimonio al mundo de que es un hijo de Dios, pues hace todo lo
contrario; y claro esto no agrada para nada a nuestro Salvador. Muchos se
preguntan ¿cuánto tiempo debo dedicarle a la oración? Aquí en el pasaje Jesús
le dice a Pedro, “¿Acaso no habéis podido velar conmigo una hora?”, ¡una hora! Parece
que Jesús da a entender de que es el tiempo mínimo que uno podría usar para
hacerlo, recuerda que Jesús se pasaba noches enteras orando, sacrificaba su
sueño para poder estar en la presencia de Dios y solicitar gracia y unción, y
luego nosotros nos quejamos de por qué no crecemos y por qué no avanzamos, y es precisamente porque no invertimos tiempo en
las disciplinas espirituales, especialmente en la oración. Creo que nuestro
Señor que estaba a instantes previos de ser entregado en manos de sus enemigos
por la traición de Judas y vivía intensamente aquel momento, sentía una
profunda carga por la labor que tenía que cumplir y tenía interés de concluirla.
Del mismo modo, los creyentes que no sienten carga por la labor que realizan,
que no tienen interés por sus responsabilidades ministeriales, ni por el
cuidado de su vida espiritual pienso que no invertirán tiempo en la oración,
quizá apenas minutos, y es probable que para algunos sean segundos. Nuestro
contacto con Dios no debe ser “fugaz”, sino por el contrario, si queremos ver
la mano poderosa de Dios obrando en nuestras vidas entonces dediquemos buen
tiempo a estar en su Presencia; y claro a mí no me toca decir el tiempo que
debes tener en la oración, eso depende de ti y de lo que el Espíritu te inspire
a hacer, tampoco pretendo juzgar a los que invierten poco en oración, ni mucho
menos felicitar a los que se jactan del tiempo que tienen para orar, cayendo en
una especie de orgullo espiritual que raya más en el fariseísmo. Creo que Dios
nos debe guiar a orar conociendo el compromiso que tenemos con Él, y si somos
conscientes de ello y de nuestras responsabilidades en la extensión de su reino
entonces sabremos que orar es capital y daremos el tiempo que sea necesario
para ello. Sólo espero que cuando el Señor regrese no te encuentre durmiendo,
por el contrario que te encuentre orando o en el espíritu de la oración, así
que desde ahora ejercítate en esta maravillosa disciplina. Búscalo.
martes, 3 de enero de 2017
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