Jesús le
dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres,
y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se
fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de
los cielos. Mt. 19:21-23. Si un rico lee este pasaje de seguro que se sentirá
mal, al parecer hay poca esperanza para aquel hombre adinerado que no quiere
renunciar a lo que tiene para entrar en el reino de los cielos. Lo que tampoco
significa que no pueda hacerlo, creo que cualquier persona puede acceder a la
oferta de salvación de nuestro Señor Jesucristo, sólo que no todos están
dispuestos a dejarlo todo para seguirle. Sería bueno enfatizar que nuestro
Señor cuando dice que lo “dejes todo” para seguirlo no está relacionado tanto a
hacerlo literalmente, a menos que su indicación sea clara en ese sentido, pero
hace referencia a que en tu corazón debes estar dispuesto a renunciar a todo
para ponerlo a Cristo en el primer lugar de tu vida, y que todo lo demás en
comparación con Él, en realidad no signifique nada. Sin embargo, en un mundo
materialista y consumista como el que nos toca vivir la gente piensa más en lo
material que en lo espiritual y la búsqueda de la felicidad está condicionada
al dinero; en realidad son pocas las personas que consideran que el dinero no
trae la felicidad, y aunque saben esto, pues igual creen que el dinero hace
mucho para que sean felices. William Shakespeare decía que la felicidad “no
consiste de condiciones externas, sino de condiciones internas”, de ser así
entonces la felicidad no puede estar en lo que tienes en tus bolsillos, sino en
lo que tienes en tu corazón. Si Cristo está en tu vida, entenderás que Él es
quien te hará feliz al saber que tu vida está en sus manos y que no dependes de
circunstancias externas, sino que tu vida la regula Dios y Él es el que te
bendice y te da todo lo que tienes. Es más, sabes que en tu tránsito sobre este
mundo estarás siempre con su cobertura y no te dejará desamparado, seas rico o
pobre Él siempre te bendecirá, como dice el salmista: “Joven fui, y he
envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”, Sal.
37:25. El joven rico se fue triste porque amó más su dinero que a Dios, y tú ¿a
quién amas más, a Dios o a lo que tienes? Si es a Dios entonces lo demás ocupa
un segundo plano, y si es así eres un hombre feliz porque la verdadera
felicidad no viene de cuánto tienes sino de a quién tienes en tu corazón.
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