De seguro que hablar de este tema a
algunos les parezca chocante, sobre todo a los que son líderes de las iglesias.
Tenemos bastante con los cuestionamientos que se hacen sobre los diezmos para
luego tratar otra arista relacionada con ellos, pero valgan verdades, es un fenómeno
que existe, si no en todas las iglesias, pues en muchas de ellas sí.
Me acuerdo hace años que había un
miembro de una congregación X, que era pudiente, un hombre de éxito en los
negocios, que obviamente daba buenos diezmos y a quien los pastores lo tenían
en alta estima, porque aparte de ser generoso con sus diezmos, pues también lo
era con ellos. Entonces la estima no era de balde, es triste decirlo, pero esto
mismo sigue existiendo hoy en algunas congregaciones que dependen de las
contribuciones monetarias para poder financiar su presupuesto y claro pagar a
los siervos que se dedican al cien por ciento en la labor ministerial.
Ahora no está mal que la iglesia
sostenga a los pastores que se dedican a servir al Señor a tiempo completo,
esto es bíblico. El apóstol Pablo dice en 1 Co. 9:14: “Así también ordenó el
Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”, entonces no es
malo que haya hombres o mujeres que tienen claro el llamado de Dios para
consagrarse sólo al servicio de Dios y que, por ende, la iglesia tenga el deber
moral y bíblico de sostenerlos.
Lo malo está cuando se es
condescendiente con un miembro que diezma bien, pero que lleva una vida de
pecado y da mal testimonio y los líderes se hacen de la vista gorda y no le
dicen nada, por temor a perderlo. En realidad, es el temor a perderlo no tanto
a él, sino a su gruesa contribución. Supongo que si esto mismo sucediera con un
miembro que diezma, pero no tan onerosamente como el anterior, hace rato lo
hubieran disciplinado y lo hubieran sentado y quién sabe, hasta expulsado de la
iglesia.
Cuando vemos este tipo de
situaciones en que la actitud del pastor o líder se bifurca para darle más
atención a uno y menospreciar al otro es porque ha caído en lo que la biblia
llama la “acepción de personas” (Ro. 2:11). Su interés real no es preocuparse
por el corazón de su oveja, sino por el bolsillo de ella, y de hecho, se
puede ver que la verdadera motivación de servicio de tal líder no es para
honrar a Dios, sino para honrarse a sí mismo, ha caído en la “traición de Judas”,
que sabemos perfectamente vendió al Maestro por dinero y su fin fue trágico.
Querido pastor, líder de iglesia
tienes un llamado importante, pero no lo condiciones por algo tan bajo y
peligroso como es el dinero. No veas a las ovejas como fuente de ganancia,
preocúpate por el corazón de ellas, ayúdalas a consagrarse a Dios, que Dios te
dé gracia y sabiduría para permitir que esas almas se acerquen a Dios y lo
hagan de corazón, lo demás viene por añadidura. No favorezcas a uno y
menosprecies al otro por el tema del dinero, esto es lo más detestable que se
puede percibir de alguien que se hace llamar “siervo de Dios”. Sírvele a Dios
desinteresadamente y en la iglesia no hagas acepción de personas, porque a Dios
no le agrada esto, que Dios te ayude para que sepas cómo debes conducirte
delante de Él y delante de su iglesia donde te puso para que lo sirvas, Stgo
2:1-4: “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea
sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con
anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido
andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís:
Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o
siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y
venís a ser jueces con malos pensamientos?”.
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