sábado, 6 de abril de 2024

¿ME AMAS A MÍ O A MI DIEZMO?




De seguro que hablar de este tema a algunos les parezca chocante, sobre todo a los que son líderes de las iglesias. Tenemos bastante con los cuestionamientos que se hacen sobre los diezmos para luego tratar otra arista relacionada con ellos, pero valgan verdades, es un fenómeno que existe, si no en todas las iglesias, pues en muchas de ellas sí.

Me acuerdo hace años que había un miembro de una congregación X, que era pudiente, un hombre de éxito en los negocios, que obviamente daba buenos diezmos y a quien los pastores lo tenían en alta estima, porque aparte de ser generoso con sus diezmos, pues también lo era con ellos. Entonces la estima no era de balde, es triste decirlo, pero esto mismo sigue existiendo hoy en algunas congregaciones que dependen de las contribuciones monetarias para poder financiar su presupuesto y claro pagar a los siervos que se dedican al cien por ciento en la labor ministerial.

Ahora no está mal que la iglesia sostenga a los pastores que se dedican a servir al Señor a tiempo completo, esto es bíblico. El apóstol Pablo dice en 1 Co. 9:14: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”, entonces no es malo que haya hombres o mujeres que tienen claro el llamado de Dios para consagrarse sólo al servicio de Dios y que, por ende, la iglesia tenga el deber moral y bíblico de sostenerlos.

Lo malo está cuando se es condescendiente con un miembro que diezma bien, pero que lleva una vida de pecado y da mal testimonio y los líderes se hacen de la vista gorda y no le dicen nada, por temor a perderlo. En realidad, es el temor a perderlo no tanto a él, sino a su gruesa contribución. Supongo que si esto mismo sucediera con un miembro que diezma, pero no tan onerosamente como el anterior, hace rato lo hubieran disciplinado y lo hubieran sentado y quién sabe, hasta expulsado de la iglesia.

Cuando vemos este tipo de situaciones en que la actitud del pastor o líder se bifurca para darle más atención a uno y menospreciar al otro es porque ha caído en lo que la biblia llama la “acepción de personas” (Ro. 2:11). Su interés real no es preocuparse por el corazón de su oveja, sino por el bolsillo de ella, y de hecho, se puede ver que la verdadera motivación de servicio de tal líder no es para honrar a Dios, sino para honrarse a sí mismo, ha caído en la “traición de Judas”, que sabemos perfectamente vendió al Maestro por dinero y su fin fue trágico.

Querido pastor, líder de iglesia tienes un llamado importante, pero no lo condiciones por algo tan bajo y peligroso como es el dinero. No veas a las ovejas como fuente de ganancia, preocúpate por el corazón de ellas, ayúdalas a consagrarse a Dios, que Dios te dé gracia y sabiduría para permitir que esas almas se acerquen a Dios y lo hagan de corazón, lo demás viene por añadidura. No favorezcas a uno y menosprecies al otro por el tema del dinero, esto es lo más detestable que se puede percibir de alguien que se hace llamar “siervo de Dios”. Sírvele a Dios desinteresadamente y en la iglesia no hagas acepción de personas, porque a Dios no le agrada esto, que Dios te ayude para que sepas cómo debes conducirte delante de Él y delante de su iglesia donde te puso para que lo sirvas, Stgo 2:1-4: “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”.

 

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CREEN EN DIOS, PERO NO LE CREEN A ÉL