De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas. 2 Co. 5:17
Es
cierto, cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón la biblia dice que somos “nuevas
criaturas”. Entiendo que a partir de entonces debo llevar una vida diferente de
la que llevaba antes, debo adoptar una conducta acorde a la voluntad de Dios y
ser fiel cada día a Él. Pienso que aquel que ha experimentado el nuevo
nacimiento no se siente obligado a ser fiel a Dios, lo desea con todo el
corazón, anhela caminar con Él y quiere estar continuamente en su Presencia. Es
difícil que la gente entienda esto si es que no ha vuelto a nacer
espiritualmente. Es por eso que a muchos que desean conocer más a Dios porque
están apasionados por Él, algunos los llamen “fanáticos”, “perfectos”, “santurrones”,
entre otros apelativos buenos y malos. No se trata de esto, así como a mucha
gente le apasiona la música, el cine, los libros, el trabajo, la diversión, la
playa, el internet, el play station, etc, los creyentes viven apasionados de su
Salvador y viven enamorados de Él; desean agradarle en todo y se consideran
nuevas criaturas porque lo aman y quieren honrarlo en todo. Pero existe el otro
lado de la moneda, hay quienes se dicen ser creyentes, pero les cuesta ser “nuevas
criaturas”, les cuesta obedecer a Dios, servirle, ser fieles; son atormentados
constantemente por los dardos de fuego del maligno, son tentados y caen a cada
rato, algunos tienen la conciencia culpable y esa culpabilidad se hace crónica,
no cambian, y parece que no ponen empeño en hacerlo, y creo que hasta no les
interesa hacerlo. Están más afanados en las cosas terrenas, y practican el
pecado como si nada y no existe nada que les remuerda el corazón, pero van a la
iglesia, cargan su biblia, cantan y hasta sirven en algún ministerio, pero ¡les
cuesta ser nuevas criaturas! Creo que la vida cristiana no debe ser un
martirio, lo es para el que no volvió a nacer pero aquél que experimentó un
encuentro personal con Cristo dice como diría Saulo de Tarso: “Señor, ¿qué
quieres que yo haga?” (Hch. 9:6), es decir, está dispuesto a obedecer.
Efectivamente, no tienes que pensar que tu vida cristiana debe ser un suplicio,
es más que esto, es vida, gozo y paz en el poder del Espíritu Santo. Si te
llaman por tener todo esto, “cucufato”, “santurrón, “fanático”, que importa, estás
enamorado de Dios, vives tu primer amor y esto es lo que vale, que los demás
vivan en la apatía de la vida encerrados en el tormento de sus pecados, presos
de la depresión por la vida vacía que tienen por no acercarse a Dios. El hombre
sin Dios termina mal, pues la biblia dice que “no hay paz para los malos” (Is.
48:22). Tú sigue a Cristo, no es que no deseemos que los demás no tengan lo que
tú tienes, pero ¿qué podemos hacer si no lo desean tampoco? Tú no sigues a los
hombres, sigues al Señor de Señores y Rey de Reyes y Él nunca te defraudará.
Insiste en ser una nueva criatura, sé fiel a tu Dios y Él te honrará, porque
como dice el Señor: “yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian
serán tenidos en poco”, (1 S. 2:30).
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