Sabes no interesa donde vivas, la felicidad no siempre
está en el lugar donde estés. No es la comodidad, el dinero, una buena casa, las
mejores cosas que puedas adquirir; no es la profesión, los viajes, las
utilidades, la salud, la familia, los hijos, el cariño de tu esposa. Aunque
estas cosas son buenas e importantes todo esto junto no te dará una real
felicidad, y si la tienes te aseguro que pronto se disipa, porque es efímera y pasajera. No es que estas
cosas nos aburran realmente, pero ¿cómo explicas que haya gente que teniendo
todo esto, se divorcie, se suicide y lo eche todo por la borda? ¡Es una locura!
No, la felicidad auténtica viene de Dios, te lo aseguro. Puedes vivir en el
mejor de los lugares del mundo y tenerlo todo, pero si no tienes a Cristo no
tienes nada, puedes vivir en el lugar más remoto, con carencias y dificultades,
pero si tienes a Cristo lo tienes todo. Descubrirás que la verdadera felicidad
no se halla en la tierra, sino en el cielo, si lo tienes a Él en tu corazón
realmente eres feliz, dichoso y bienaventurado y dirás como el salmista “¿A
quién tengo yo en los cielos sino a ti? y fuera de ti nada deseo en la tierra”
Sal. 73:25.
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