martes, 5 de enero de 2016

DEMOCRACIA SINÓNIMO DE CAOS MORAL



“Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová”. 1 Sm. 24:6
Esta fue la expresión de David cuando tuvo la oportunidad de matar a Saúl que se encontraba en una cueva, pero no lo hizo, sintió temor de levantar su mano contra Él. Esta actitud de David dice mucho con respecto a la forma cómo los creyentes debemos respetar a nuestras autoridades. Si bien es cierto vemos en los diarios cómo se despotrican a las autoridades del gobierno y de otros ámbitos hay que comprender que es así como reacciona la gente que no tiene temor de Dios. Es cierto que son las autoridades que Dios puso en el gobierno o en el lugar donde se encuentran. Como dice Pablo en Ro. 13:2: “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”, nos da a entender que Dios las puso y nosotros debemos respetarlas. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Y qué si estas autoridades hacen lo incorrecto, participan de actos de corrupción, debemos seguir respetándolas? Es una buena pregunta, y creo sí, y también estoy seguro que Dios así como las puso se encargará de sancionarlas aquí en la tierra y en la eternidad también si hicieron mal. Si analizamos la vida de Saúl, pues Dios estaba lejos de él, estaba endemoniado, como dice 1 Sm. 16:14: “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”, un hombre con esos antecedentes no debería gobernar, tenía las reacciones de un demente, de un esquizofrénico, pues quiso matar a David varias veces, e intentó matar a su hijo Jonatán. Creo que si tuviéramos un gobernante así, y creo que las leyes mismas lo dicen, pues estaría en incapacidad y tendría que dejar el cargo. En esos tiempos no existía la democracia, era un gobierno monárquico y existía la tiranía, en otras palabras las condiciones eran terribles para los gobernados que tenían que esperar que suceda algo para deshacerse de un gobernante así (una conspiración, una sublevación o algo por el estilo). En nuestros días no es así, aunque nadie nos asegura que no veamos cuadros similares como lo que está sucediendo en Siria, una guerra civil que ya ha cobrado la vida de más de 200,000 personas y ha enviado al exilio a más de 4 millones de personas. Allí se ve a un hombre que se ha afincado en el poder y prefiere matar a su pueblo antes que renunciar.
En el caso que nos compete vemos a un David que, a pesar de ser el elegido de Jehová, de tener las credenciales para ser el sucesor de Saúl, pues no va a reclamarle esto, sino por el contrario, vemos la actitud humilde y respetuosa del “dulce cantor de Israel”, de consideración al rey a pesar que Dios no estaba con él y estaba enajenado. David pudo haber dicho: “Bien, este hombre está imposibilitado de gobernar, está loco me quiere matar sin causa alguna, y yo soy el futuro rey de Israel, así que por favor ayúdenme a destronarlo”. Y de seguro que su pueblo Judá y toda la nación se hubiera confederado para hacerlo, pero dependía de David, y no estaba en su ánimo hacerlo, mas bien dijo: “He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová….Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti”, (1 Sm. 24:10,12-13). En una sociedad como la nuestra donde supuestamente el espíritu de la democracia nos debe llevar a respetar a las instituciones, por el contrario, nos lleva a denigrar, a insultar, a cuestionar y a envilecer a quienes nos gobiernan, sin darnos cuenta que Dios los puso allí; ahora si nos vamos contra ellos como dice la biblia “a lo establecido por Dios resistimos”. Este es el espíritu de la sociedad libre en que la democracia es una ideología del maltrato, de la vejación, de la agresión, del insulto. Hoy podemos ver programas de televisión, en estos llamados “realities”, entre otros en donde se agrede, se humilla, hacemos parodia de quienes nos gobiernan y no sólo de ellos, sino de cualquier persona que puede ser defensora de sus creencias. Atacamos a los cristianos, atacamos a los gays, ridiculizamos a quien se nos ocurra hacerlo, porque los medios de comunicación son “otro poder” que controla, supervisa, mueve a las masas, impone modas, estilos de vida y no cree en nadie. Y mi crítica no necesariamente va contra los medios, sino contra la ideología política, religiosa y filosófica que emerge del mismo infierno, y que nos lleva a ser faltosos con todo el mundo, usando los  medios. Lamentablemente hemos paganizado la democracia a tal punto que en comparación con la monarquía de los tiempos bíblicos aquélla era más santa que la nuestra. El espíritu del respeto y de la dignidad de la persona se está perdiendo día a día, la vida en nuestros días no vale nada, el espíritu utilitarista es el móvil que lleva los hombres a buscar el sentido de su existencia aunque tengamos que atropellar los valores y a la gente. Platón decía: “la democracia es el peor entre los buenos gobiernos, pero entre los malos es el mejor”. Y aunque no considero que Platón haya sido un profeta, si es que habla sobre nuestros días, le doy la razón. No estoy en contra de la democracia, no soy un apologista del gobierno del caos, pero si el sistema de hoy significa intolerancia, agresión, falta de respeto a las autoridades, a los derechos humanos, libertad convertida en libertinaje, falta de justicia, aumento de la corrupción sin ser sancionada, la verdad que nada de esto me gusta. Nos estamos encaminando hacia el punto final en que el ser humano no hará nada por arreglar el drama social que ahora se muestra en su período incipiente, y no sólo en nuestro país, pues esto se ve a nivel global. El mundo es testigo de su propia insanía y que se incrementará con el gobierno caótico del anticristo, y esperamos no estar allí para verlo. Estos son los días en que vemos que los absolutos, los principios, los valores bíblicos se atropellan con una facilidad increíble, son los tiempos del fin. Creo que la iglesia no debe bajar la guardia y tiene que seguir predicando el evangelio de salvación, porque no hay otra forma de salvar a este enloquecido mundo por el pecado; es la época que denunciaría el salmista cuando dice: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Sal. 11:3). Sólo espero que mientras Dios nos siga dando vida a los que tenemos el encargo de anunciar el bendito mensaje de Cristo, podamos seguir salvando almas  antes que le venga al mundo su triste y dramático final: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2 P. 3:10-12).

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