“Y dijo
a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de
Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová”. 1
Sm. 24:6
Esta fue la expresión de David cuando tuvo la
oportunidad de matar a Saúl que se encontraba en una cueva, pero no lo hizo,
sintió temor de levantar su mano contra Él. Esta actitud de David dice mucho
con respecto a la forma cómo los creyentes debemos respetar a nuestras
autoridades. Si bien es cierto vemos en los diarios cómo se despotrican a las
autoridades del gobierno y de otros ámbitos hay que comprender que es así como
reacciona la gente que no tiene temor de Dios. Es cierto que son las
autoridades que Dios puso en el gobierno o en el lugar donde se encuentran.
Como dice Pablo en Ro. 13:2: “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido
por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”,
nos da a entender que Dios las puso y nosotros debemos respetarlas. Sin embargo,
surge la pregunta: ¿Y qué si estas autoridades hacen lo incorrecto, participan
de actos de corrupción, debemos seguir respetándolas? Es una buena pregunta, y
creo sí, y también estoy seguro que Dios así como las puso se encargará de
sancionarlas aquí en la tierra y en la eternidad también si hicieron mal. Si
analizamos la vida de Saúl, pues Dios estaba lejos de él, estaba endemoniado,
como dice 1 Sm. 16:14: “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba
un espíritu malo de parte de Jehová”, un hombre con esos antecedentes
no debería gobernar, tenía las reacciones de un demente, de un esquizofrénico,
pues quiso matar a David varias veces, e intentó matar a su hijo Jonatán. Creo
que si tuviéramos un gobernante así, y creo que las leyes mismas lo dicen, pues
estaría en incapacidad y tendría que dejar el cargo. En esos tiempos no existía
la democracia, era un gobierno monárquico y existía la tiranía, en otras palabras
las condiciones eran terribles para los gobernados que tenían que esperar que
suceda algo para deshacerse de un gobernante así (una conspiración, una
sublevación o algo por el estilo). En nuestros días no es así, aunque nadie nos
asegura que no veamos cuadros similares como lo que está sucediendo en Siria,
una guerra civil que ya ha cobrado la vida de más de 200,000 personas y ha enviado
al exilio a más de 4 millones de personas. Allí se ve a un hombre que se ha
afincado en el poder y prefiere matar a su pueblo antes que renunciar.
En el caso que nos compete vemos a un David
que, a pesar de ser el elegido de Jehová, de tener las credenciales para ser el
sucesor de Saúl, pues no va a reclamarle esto, sino por el contrario, vemos la
actitud humilde y respetuosa del “dulce cantor de Israel”, de consideración al
rey a pesar que Dios no estaba con él y estaba enajenado. David pudo haber
dicho: “Bien, este hombre está imposibilitado de gobernar, está loco me quiere
matar sin causa alguna, y yo soy el futuro rey de Israel, así que por favor
ayúdenme a destronarlo”. Y de seguro que su pueblo Judá y toda la nación se
hubiera confederado para hacerlo, pero dependía de David, y no estaba en su
ánimo hacerlo, mas bien dijo: “He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová
te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te
perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido
de Jehová….Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano
no será contra ti. Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá
la impiedad; así que mi mano no será contra ti”, (1 Sm. 24:10,12-13). En
una sociedad como la nuestra donde supuestamente el espíritu de la democracia
nos debe llevar a respetar a las instituciones, por el contrario, nos lleva a
denigrar, a insultar, a cuestionar y a envilecer a quienes nos gobiernan, sin
darnos cuenta que Dios los puso allí; ahora si nos vamos contra ellos como dice
la biblia “a lo establecido por Dios resistimos”. Este es el espíritu de la
sociedad libre en que la democracia es una ideología del maltrato, de la
vejación, de la agresión, del insulto. Hoy podemos ver programas de televisión,
en estos llamados “realities”, entre otros en donde se agrede, se humilla,
hacemos parodia de quienes nos gobiernan y no sólo de ellos, sino de cualquier
persona que puede ser defensora de sus creencias. Atacamos a los cristianos,
atacamos a los gays, ridiculizamos a quien se nos ocurra hacerlo, porque los
medios de comunicación son “otro poder” que controla, supervisa, mueve a las
masas, impone modas, estilos de vida y no cree en nadie. Y mi crítica no
necesariamente va contra los medios, sino contra la ideología política,
religiosa y filosófica que emerge del mismo infierno, y que nos lleva a ser
faltosos con todo el mundo, usando los
medios. Lamentablemente hemos paganizado la democracia a tal punto que
en comparación con la monarquía de los tiempos bíblicos aquélla era más santa
que la nuestra. El espíritu del respeto y de la dignidad de la persona se está
perdiendo día a día, la vida en nuestros días no vale nada, el espíritu
utilitarista es el móvil que lleva los hombres a buscar el sentido de su
existencia aunque tengamos que atropellar los valores y a la gente. Platón
decía: “la democracia es el peor entre los buenos gobiernos, pero entre los
malos es el mejor”. Y aunque no considero que Platón haya sido un profeta, si es
que habla sobre nuestros días, le doy la razón. No estoy en contra de la democracia,
no soy un apologista del gobierno del caos, pero si el sistema de hoy significa
intolerancia, agresión, falta de respeto a las autoridades, a los derechos
humanos, libertad convertida en libertinaje, falta de justicia, aumento de la
corrupción sin ser sancionada, la verdad que nada de esto me gusta. Nos estamos
encaminando hacia el punto final en que el ser humano no hará nada por arreglar
el drama social que ahora se muestra en su período incipiente, y no sólo en
nuestro país, pues esto se ve a nivel global. El mundo es testigo de su propia
insanía y que se incrementará con el gobierno caótico del anticristo, y
esperamos no estar allí para verlo. Estos son los días en que vemos que los
absolutos, los principios, los valores bíblicos se atropellan con una facilidad
increíble, son los tiempos del fin. Creo que la iglesia no debe bajar la
guardia y tiene que seguir predicando el evangelio de salvación, porque no hay
otra forma de salvar a este enloquecido mundo por el pecado; es la época que
denunciaría el salmista cuando dice: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué
ha de hacer el justo?” (Sal. 11:3). Sólo espero que mientras Dios nos
siga dando vida a los que tenemos el encargo de anunciar el bendito mensaje de
Cristo, podamos seguir salvando almas antes que le venga al mundo su triste y
dramático final: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos,
y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas
cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa
manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en
el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo
quemados, se fundirán!” (2 P. 3:10-12).
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