“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” — Mateo 5:23-24
1. El servicio sin perdón es inaceptable ante Dios
Muchos creen que el servicio a Dios —predicar, cantar, ofrendar o trabajar en la iglesia— puede reemplazar la comunión verdadera con Él. Pero Jesús fue claro: Dios no recibe nuestra ofrenda si el corazón está dividido por la falta de perdón.
Dios mira primero el corazón del siervo, no la obra de sus manos.
Un corazón con rencor, enojo o resentimiento está contaminado, y su servicio pierde valor espiritual.
“Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.” — Mateo 15:8
2. No se puede servir a Dios y al pecado al mismo tiempo
Muchos sirven, pero viven en pecado oculto o sin arrepentimiento. Quieren agradar a Dios sin cambiar su conducta.
Sin embargo, el pecado no confesado interrumpe la comunión con Dios y convierte el servicio en un acto vacío.
“Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.” — Salmo 66:18
Servir mientras se vive en pecado es como ofrecer sacrificios con manos manchadas: una apariencia de piedad sin poder espiritual.
3. El perdón es el fundamento del servicio cristiano
El verdadero servicio nace de un corazón que ha experimentado el perdón de Dios.
Quien ha sido perdonado, también perdona.
Por eso Jesús enseñó que antes de pedir bendición o servir, debemos reconciliarnos con nuestro hermano.
“Porque si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” — Mateo 6:15
El perdón no es una opción, sino un mandamiento que demuestra que el amor de Dios está obrando en nosotros.
4. Advertencias bíblicas
Dios no acepta el sacrificio del impío (Proverbios 15:8).
El que odia a su hermano está en tinieblas (1 Juan 2:9-11).
El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor (1 Juan 4:8).
El servicio sin santidad es rechazado por Dios (Isaías 1:11-17).
Estas advertencias muestran que no basta con servir; hay que servir con un corazón limpio, perdonado y perdonador.
5. Un llamado al arrepentimiento y restauración
Antes de servir, examinemos nuestros corazones.
Pidamos a Dios que nos muestre si hay raíces de amargura, enemistad o pecado no confesado.
Solo cuando hay reconciliación con Dios y con el prójimo, nuestro servicio se convierte en adoración verdadera.
“Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.” — Salmo 51:2
Oración final:
Señor, examina mi corazón. Si hay en mí falta de perdón, resentimiento o pecado oculto, muéstramelo. No quiero servirte con las manos sucias, sino con un corazón puro. Ayúdame a perdonar como Tú me perdonaste, y a servirte con integridad. En el nombre de Jesús, amén.

No hay comentarios:
Publicar un comentario