martes, 4 de noviembre de 2025

PERÚ EN CRISIS: LA VIOLENCIA QUE NACE DEL ABANDONO MORAL”

 


En los últimos años, el Perú ha experimentado un preocupante aumento de la violencia y la criminalidad. Lo que antes era esporádico y focalizado en ciertas zonas urbanas, hoy se ha extendido a nivel nacional. Las causas son múltiples, pero se pueden resumir en tres niveles: estructural, institucional y moral/social.

1. Nivel estructural: pobreza, desigualdad y economía informal

El Perú tiene una de las tasas más altas de informalidad laboral en Latinoamérica (superior al 70%). Esto genera un círculo vicioso:

Trabajadores sin protección social ni ingresos estables.

Jóvenes sin oportunidades formales que son fácilmente captados por mafias, bandas y redes de extorsión.

Comerciantes y transportistas expuestos a pagar “cupos” para poder sobrevivir.

Los paros de transportistas, por ejemplo, no son solo protesta económica, sino también una expresión del cansancio frente al abuso de grupos criminales y la falta de respuestas del Estado.

2. Nivel institucional: un Estado débil y descordinado

La Policía Nacional y el Ministerio del Interior enfrentan limitaciones serias:

Falta de recursos logísticos y tecnológicos.

Corrupción interna y redes de complicidad con el crimen organizado.

Un sistema judicial lento y permisivo.

Esto ha generado impunidad, lo que alienta a los criminales y desalienta a la ciudadanía. El ciudadano común percibe que “no hay autoridad”, que las leyes no se aplican igual para todos.

3. Nivel moral y social: crisis de valores y pérdida del sentido de comunidad

El deterioro de la familia, la pérdida de principios éticos, la indiferencia social y el individualismo han erosionado el tejido moral.

Hoy se normaliza la violencia:

Padres que educan con agresión.

Medios que glorifican el dinero fácil.

Políticos que roban sin vergüenza.

Cuando el alma de una nación se contamina moralmente, el crimen es solo un síntoma visible de un mal mucho más profundo.

Qué se puede hacer entonces?

1. Reformas estructurales y económicas

Formalización laboral progresiva con incentivos tributarios.

Programas estatales y privados para jóvenes emprendedores.

Inversión en educación técnica y superior, conectada al mercado laboral real.

La seguridad no se impone solo con más policías; se construye con más oportunidades.

2. Reforma institucional y lucha real contra la corrupción

Reestructurar la Policía Nacional con meritocracia, control interno efectivo y mejores sueldos.

Digitalizar los procesos judiciales y administrativos para reducir la corrupción.

Crear unidades especializadas en crimen organizado y extorsión con inteligencia avanzada.

La tecnología debe ser aliada de la justicia: cámaras, análisis de datos, trazabilidad de dinero ilícito, etc.

3. Restauración moral y espiritual de la sociedad

El cambio más profundo no lo dará la política, sino la transformación del corazón humano.

El Perú necesita una renovación de valores, donde se promuevan la honestidad, el respeto, la empatía y la fe.

Las iglesias, escuelas y familias son claves para esto:

Educar en el respeto por la vida y la autoridad.

Promover el servicio al prójimo y la reconciliación.

Orar y trabajar por una cultura de paz.

Como dice la Biblia:

“Bienaventurados los que procuran la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9)

El Perú vive una hora crítica. La violencia es el grito de una nación herida, pero aún no sin esperanza.

Si cada peruano decide no ser parte del problema —ni por acción ni por silencio—, se puede iniciar una verdadera transformación.

La paz no comienza en el Congreso, sino en el corazón, en el hogar y en la conciencia de cada ciudadano.

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