lunes, 10 de noviembre de 2025

CUANDO LA ESCASEZ HABLA

 



En la Biblia, Dios no se presenta como el autor de la miseria o la escasez, sino como un Padre proveedor, lleno de amor y cuidado por sus hijos. Sin embargo, Él puede permitir ciertas situaciones de necesidad para enseñarnos, corregirnos o moldear nuestro carácter.

Veámoslo con más detalle

1. Dios es proveedor, no empobrecedor

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” — Salmo 23:1
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” — Filipenses 4:19

Desde el principio, Dios estableció un orden de abundancia y provisión. La pobreza no fue parte del diseño original de la creación; vino como resultado del pecado, la desobediencia y la ruptura de la comunión con Él (Génesis 3).

2. La pobreza puede ser consecuencia de principios violados

A veces la pobreza no es una maldición divina, sino el resultado natural de:

·         Falta de sabiduría en la administración (Proverbios 21:20)

·         Pereza o falta de diligencia (Proverbios 6:6–11)

·         Malas decisiones o injusticia social (Proverbios 13:23)

Dios estableció principios de trabajo, siembra y cosecha; cuando estos se ignoran, las consecuencias son reales.

3. Dios puede usar la necesidad como escuela espiritual

A veces Dios permite etapas de escasez para probar la fe o enseñar dependencia.

“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná... para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre.” — Deuteronomio 8:3

Es decir, la pobreza puede ser un medio pedagógico, no un fin. Dios no desea que vivamos en miseria, sino que aprendamos a confiar en Él antes de prosperar.

4. El propósito de Dios es bendecir para bendecir

“Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas.” — Deuteronomio 8:18

La prosperidad en la Biblia no es solo tener dinero, sino tener suficiencia en todo para hacer el bien. La riqueza sin propósito no glorifica a Dios, pero la provisión que fluye hacia otros sí.

En resumen:

·         No, la pobreza no viene de Dios.

·         Puede ser resultado de causas humanas o sociales.

·         Puede ser permitida por Dios con un propósito redentor.

·         El deseo de Dios es que vivamos con provisión, gratitud y generosidad.

 

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