Se acercan nuevamente las elecciones presidenciales y congresales. Más de cuarenta partidos políticos competirán por el poder, en una contienda que promete ser intensa, polarizada y, en muchos casos, carente de principios morales. En medio de esa vorágine, surgen voces dentro del mismo pueblo de Dios: algunos pastores y líderes cristianos anuncian su deseo de postular a cargos públicos.
Y entonces surge la gran pregunta:
¿Debe un pastor dejar el púlpito para ser político?
1. La política: un campo legítimo, pero peligroso
La Biblia no condena la autoridad civil. De hecho, Dios establece los gobiernos para mantener el orden (Romanos 13:1). Pero el problema no está en la política en sí, sino en las motivaciones del corazón humano.
Cuando un siervo de Dios busca poder, influencia o reconocimiento más que el servicio a Cristo, ya ha cambiado su llamado por una ambición. Jesús dijo:
“Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36).
El pastor ha sido llamado a guiar almas al Reino eterno, no a competir por un trono terrenal.
2. El peligro de abandonar el llamado
El apóstol Pablo exhortó a Timoteo diciendo:
“Cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:5).
No dijo: “Diversifica tus tareas” ni “busca otras plataformas”. El llamado pastoral es santo, exclusivo y demandante. Un pastor no puede servir al altar y al congreso al mismo tiempo sin descuidar uno de los dos.
Jesús también enseñó: “Nadie puede servir a dos señores…” (Mateo 6:24).
La política requiere negociación, alianzas y compromisos. Pero el ministerio exige pureza, fidelidad y separación del sistema mundano. Mezclarlos puede ser una trampa sutil.
3. ¿Qué mueve al pastor a la política?
No podemos juzgar los corazones, pero sí podemos advertir los peligros. Algunos pueden sentirse sinceramente llamados a influir desde las leyes, pero otros pueden estar motivados por el deseo de protagonismo, de reconocimiento o de poder económico.
Jeremías 17:9 nos recuerda: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Por eso, antes de dar un paso hacia la política, todo siervo de Dios debería doblar sus rodillas y preguntarle al Señor: “¿Esto es tu voluntad o la mía?”
4. La verdadera influencia del pastor
El pastor ejerce una influencia mucho mayor desde el púlpito que desde el parlamento. Desde el púlpito puede cambiar corazones; desde el congreso, solo puede cambiar leyes.
Y las leyes no transforman al hombre: solo el Evangelio lo hace.
El mundo necesita más pastores comprometidos con la verdad, no más políticos con Biblia en mano.
5. Conclusión y advertencia final
Vivimos tiempos en que el enemigo busca distraer y dividir al pueblo de Dios. Las próximas elecciones mostrarán muchas caras, muchas promesas y muchos discursos “cristianos”. Pero debemos discernir los tiempos y recordar que el Reino de Dios no se construye con votos, sino con oración, obediencia y santidad.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…” (Romanos 12:2).
Que los pastores permanezcan en el altar. Que los políticos gobiernen con justicia. Y que la Iglesia no se confunda entre el Reino de Dios y los reinos de los hombres.
📘 Fragmento inspirado en el libro “DEL PÚLPITO AL PODER”, una reflexión profunda sobre el llamado pastoral y la tentación del poder político. Un llamado al discernimiento en tiempos donde muchos confunden el Reino de Dios con los reinos de los hombres

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