Un
cieguito pedía limosna en una esquina. Pasa un turista y al querer colocarle
una moneda en el jarro de metal, aquella pega en el borde y cae. El ciego se
agacha la toma y la introduce en el jarro. El turista lo mira y le dice:
-
Mentiroso! usted es un estafador! no es ciego! anda engañando a la gente,
sinvergüenza!
El
cieguito falso responde:
-
Cálmese señor, sucede que el cieguito está enfermo y yo lo estoy cubriendo.
-
Ah, ¿y Ud. a que se dedica?
-
Yo soy el sordo-mudo de la otra cuadra.
SORDO: Que no oye o no oye
bien. Insensible a las súplicas o al dolor ajeno, o que no hace caso de
persuasiones, consejos o avisos.
CIEGO: Privado de la vista;
invidente. Ofuscado, incapaz de razonar con claridad.
Un
problema que el creyente debe evitar es quedarse ciego y sordo cuando Dios
quiere hablarte, vs. 18-19: Sordos, ¡escuchen! Ciegos, ¡fíjense bien! ¿Quién es más
ciego que mi siervo, y más sordo que mi mensajero? ¿Quién es más ciego que mi
enviado, y más ciego que el siervo del SEÑOR?
El
pecado puede hacer que perdamos la sensibilidad hacia Dios, y no podamos
discernir la voluntad del Señor, vs. 20: Tú has visto muchas cosas, pero no
las has captado; tienes abiertos los oídos, pero no oyes nada.
La
forma como Dios nos habla va será por medio de su Palabra, nos corresponde a
nosotros buscar entenderla siempre, vs. 21: Le agradó al SEÑOR, por amor a su
justicia, hacer su ley grande y gloriosa.
¿Cuáles
son las consecuencias de quedarnos “ciegos y sordos” a la palabra de Dios?:
·
Ser
saqueados y despojados (vs. 22): El robo violento de nuestras
pertenencias, pérdida de las bendiciones por parte de Dios.
·
Atrapados
en cuevas y encerrados en cárceles (vs. 22b): Confinados en nuestros vicios y
pasiones pecaminosos.
·
No
hay quien los libre y nadie reclama (vs. 22c): Si Dios no te libra nadie lo
hará, algo que te puede sumir en el fatalismo, en aceptar tu condición sin
hacer nada.
Sin
embargo, Dios espera que su siervo reaccione y haga que las cosas cambien, vs.
23: ¿Quién de ustedes escuchará esto y prestará atención en el futuro?
¿Por
qué el Señor permite que su siervo sea despojado y saqueado? Indudablemente por
su desobediencia, vs. 24: ¿Quién entregó a Jacob para el despojo, a Israel para el
saqueo? ¿No es acaso el SEÑOR a quien su pueblo ha ofendido? No siguió sus
caminos ni obedeció su ley.
Lo
triste es que Dios descarga su ira sobre aquellos que ignoran lo que les está
pasando porque están ciegos y sordos y no entienden lo que les está pasando, vs.
25: Por eso el SEÑOR derramó sobre él su ardiente ira y el furor de la guerra.
Lo envolvió en llamas, pero no comprendió; lo consumió, pero no lo tomó en
serio.
El
Señor espera que recapacites y te des cuenta de tu realidad espiritual y
procures cambiar. Él puede restaurarte nuevamente, Is. 43: 18-19: «Olviden las
cosas de antaño; ya no vivan en el pasado.
¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy
abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.
No
debes olvidar para qué te creó Dios, vs. 6-7: «Yo, el SEÑOR, te he llamado en
justicia; te he tomado de la mano. Yo te formé, yo te constituí como pacto para
el pueblo, como luz para las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para
librar de la cárcel a los presos, y del calabozo a los que habitan en
tinieblas.
A
manera de conclusión quisiera referirme al pasaje que habla del ciego Bartimeo
(Mr. 10:46-52). Este ciego clamaba al Señor para ser sanado, vs.
48: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Es
allí donde interviene Jesús, vs. 51-52: ¿Qué quieres que haga por ti? —le
preguntó. —Rabí, quiero ver —respondió el ciego. —Puedes irte —le dijo Jesús—;
tu fe te ha sanado. Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por
el camino.
La
enseñanza es que si clamas a Jesús y le dices que te libere de tu sordera y
ceguera espiritual, si eres sincero en la búsqueda de la sanidad de tu alma,
pues Él lo hará.
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