Antonio Francisco Lisboa, un artista, carpintero, escultor
y arquitecto, de origen brasileño, hijo de padre portugués y madre esclava africana,
aprendió el oficio de su padre. Es considerado el mayor representante del estilo
barroco en Minas Gerais y de las artes plásticas del siglo XVIII. Este hombre
sufría de una enfermedad, algunos dicen que era porfiria, lepra, escorbuto,
reumatismo o sífilis. Lo cierto es que a pesar de su dolencia pues tenía que
arrastrarse sobre sus rodillas hacia su taller y amarrarse el cincel y el martillo
a sus manos, porque los dedos había perdido, nunca se rindió pues la pasión de
su arte la llevaba en su corazón. Y a pesar de haber sido un gran artista murió
sin dejar fortuna. Se le llamaba “el Aleijadinho” (“El lisiadito”), pero nunca
se amilanó por tal apodo, nunca se rindió frente a la adversidad, a la
limitación física; de su padre aprendió la carpintería, pero de modo empírico
aprendió las técnicas del dibujo y la escultura que lo hicieron famoso, porque
el que vive apasionado de un arte absorbe de la naturaleza y de la vida los
recursos que lo irán perfeccionando y hacerlo un maestro. Sabes, estos hombres
que han surgido en la historia y dejaron huella nos dejaron una enseñanza más:
que nunca hay que rendirse frente a los obstáculos, que no hay que doblegarse
frente al infortunio. ¿Tienes manos y pies, estás bien de salud? Debes darle
gracias a Dios por eso; déjame decirte que hay muchas personas que están sanas
física y mentalmente, pero viven vidas derrotadas. Debemos aprender de aquellos
como Beethoven que era sordo, de Stephen
Hawking que es parapléjico, de Frida Kahlo, famosa pintora mexicana que sufría
de polio, de Nick Vujicic que no tiene brazos ni piernas y de tantos otros que
no se rindieron, no retrocedieron ante los retos de la vida, y dejaron una gran
lección para los que tiraron la toalla fácilmente. La biblia dice en He. 10:39:
“Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que
tienen fe para la preservación del alma”. Sí, tienes el gran privilegio de
contar con la ayuda y el poder de Dios para perseverar y salir victorioso ante
las pruebas y tentaciones de la carne, del mundo y del mismo diablo. Cree en el
Señor Jesucristo, pues en Él, no sólo obtendrás la victoria, sino que la tienes
ya, y si Jesús pudo decir: “En el mundo tendréis tribulación; pero confíen, yo
he vencido al mundo.". ...(Jn. 16:33), por la fe en Él, tú también puedes
apropiarte de la misma victoria. ¡Vence al mundo y no te rindas!
miércoles, 20 de enero de 2016
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