“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” — Salmo 23:1
Estas palabras, tan breves y sencillas, encierran una verdad tan profunda que ha dado consuelo a millones de corazones a lo largo de los siglos.
Cuando David escribió este salmo, no hablaba desde la comodidad, sino desde la confianza. Él conocía el desierto, las noches frías, el peligro y la soledad. Sin embargo, en medio de todo eso, levantó su mirada y declaró con fe: “Jehová es mi pastor.”
Decir que Dios es nuestro pastor es reconocer que no caminamos solos. Él guía nuestros pasos cuando el camino es incierto, nos alimenta cuando el alma tiene hambre, y nos da descanso cuando el corazón está cansado. En un mundo lleno de ansiedad, esta promesa se levanta como un refugio: si el Señor cuida de mí, no me faltará nada verdaderamente necesario.
Quizás hoy sientas que te faltan muchas cosas: fuerzas, oportunidades, amor o esperanza. Pero cuando Dios es tu Pastor, Él mismo se convierte en tu provisión. No te faltará dirección, porque Él guía. No te faltará consuelo, porque Él abraza. No te faltará propósito, porque Él tiene planes de bien para ti.
Confía, entonces, en Su cuidado. Aunque el valle sea oscuro, Su presencia es suficiente. Aunque el futuro sea incierto, Su amor es firme. Cuando el Señor es tu Pastor, puedes avanzar con paz, sabiendo que nada —absolutamente nada— te faltará.
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