El
constante “párense y siéntense” en los cultos eclesiásticos puede, resultar
agotador especialmente para los adultos mayores y para personas con problemas
de movilidad o salud. Esta práctica, aunque a menudo se realiza con la
intención de mostrar reverencia a Dios y mantener a la congregación
participativa, puede convertirse en un obstáculo para algunos fieles.
La
costumbre de levantarse durante la lectura bíblica, los cánticos y la
recolección de ofrendas tiene sus raíces en el respeto y la adoración. En
Nehemías 8:5, se menciona que el pueblo se ponía de pie cuando Esdras abría el
libro de la ley, indicando reverencia hacia la Palabra de Dios. Asimismo,
ponerse de pie durante la alabanza se interpreta como una actitud activa de
adoración.
Para
los hermanos de edad avanzada o con problemas físicos, el constante movimiento
puede ser una carga, causando cansancio y distracción. En lugar de ayudarles a
adorar con libertad, podría crear una barrera emocional y física. La iglesia
debe ser un lugar donde todos, sin importar su condición, puedan participar
plenamente y con gozo.
Jesús
demostró una profunda compasión hacia los más vulnerables. En Mateo 11:28, Él
invita a los cansados y cargados a acercarse a Él para hallar descanso.
Siguiendo este principio, la iglesia debería buscar maneras de facilitar la
participación de los adultos mayores, sin imponerles cargas innecesarias.
Pablo,
en Romanos 14, habla sobre no poner tropiezos al hermano. Aunque el contexto es
diferente, el principio aplica: si una práctica litúrgica se convierte en una
carga para algunos, debería reconsiderarse.
Si
hemos de ser sensibles hacia los adultos mayores y personas especiales
podríamos hacer lo siguiente:
Anuncios
claros y amorosos: Los líderes podrían decir: "Si puede, póngase de pie
para cantar; si prefiere permanecer sentado, siéntase libre de hacerlo."
Esta flexibilidad muestra empatía y comprensión.
Zonas
especiales: Designar áreas accesibles y cómodas para adultos mayores, con
sillas más ergonómicas y sin la presión de levantarse.
Cultos
inclusivos: Adaptar algunas reuniones, como los estudios bíblicos o servicios
especiales, donde se minimice el levantarse y sentarse.
Ministerio
de apoyo: Crear un equipo que asista a los hermanos mayores, asegurándoles un
lugar cómodo y ayudándoles en lo necesario.
La
verdadera adoración no depende de la postura física sino del corazón. Como
iglesia, el llamado es a ser sensibles a las necesidades de todos los miembros,
especialmente de los más vulnerables. Adaptar ciertas prácticas para incluir a
los adultos mayores refleja el amor y el cuidado de Cristo hacia su iglesia.
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