La
creciente inseguridad y criminalidad en el Perú se han convertido en una de las
principales preocupaciones de la sociedad. Asaltos, extorsiones, sicariato y
otros delitos han alcanzado cifras alarmantes, generando un clima de temor y
desconfianza. Frente a esta realidad, la iglesia cristiana no puede permanecer
en silencio. La Palabra de Dios nos llama a ser luz en medio de la oscuridad y
a ofrecer respuestas basadas en la verdad divina. Pero, ¿cómo podemos abordar
este problema desde una perspectiva bíblica?
1. El Pecado y la naturaleza caída del hombre
La
Biblia enseña que la maldad en el mundo es consecuencia del pecado. Jeremías
17:9 nos dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y
perverso; ¿quién lo conocerá?". La criminalidad no es solo un problema
social o económico, sino también un problema espiritual. La ausencia de valores
cristianos en la sociedad ha llevado a un deterioro moral donde la vida humana
pierde su valor y el respeto por el prójimo se desvanece.
2. La Responsabilidad del Estado
Romanos
13:1-4 establece que las autoridades han sido puestas por Dios para castigar el
mal y proteger al inocente. Sin embargo, cuando el sistema judicial es
ineficiente o corrupto, la impunidad se convierte en un incentivo para el
crimen. La iglesia debe levantar su voz y exhortar a las autoridades a ejercer
su rol con justicia y equidad. La corrupción y la falta de liderazgo moral solo
agravan el problema.
3. La Iglesia como Agente de Cambio
Jesús
nos llama a ser sal y luz en el mundo (Mateo 5:13-16). No podemos limitarnos a
predicar dentro de los templos sin impactar la sociedad. La iglesia debe
involucrarse en la restauración de los valores, en la evangelización en las
cárceles, en la rehabilitación de jóvenes en riesgo y en la enseñanza de
principios bíblicos en las familias. La prevención es clave, y una iglesia
activa puede marcar la diferencia.
4. La Educación y la Familia: Claves para la Transformación
Proverbios
22:6 nos recuerda: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él". La descomposición familiar y la falta de
educación basada en valores han contribuido al crecimiento de la delincuencia.
La iglesia debe fortalecer su enseñanza sobre la familia y el rol de los padres
en la formación de sus hijos. Es en el hogar donde se siembran los principios
de respeto, honestidad y amor al prójimo.
5. La Oración y el Clamor por Justicia
La
Biblia nos exhorta a orar por nuestra nación y sus gobernantes (1 Timoteo
2:1-2). La batalla contra la criminalidad no solo se libra con estrategias
humanas, sino también en el ámbito espiritual. La iglesia debe clamar a Dios
por transformación, arrepentimiento y un avivamiento que toque los corazones de
los delincuentes y de quienes tienen en sus manos la administración de
justicia.
Conclusión
La
inseguridad en el Perú es un problema complejo que requiere una respuesta
integral. Como cristianos, estamos llamados a ser la voz de la justicia, a
denunciar el pecado, a apoyar iniciativas de cambio y a compartir el evangelio
como la única esperanza real de transformación. No podemos permanecer
indiferentes; es hora de actuar con fe y determinación, confiando en que Dios
tiene el poder de restaurar nuestra nación.
Que
la iglesia no se limite a ser espectadora, sino que asuma su rol profético y
social con valentía. La verdadera seguridad no viene solo de las políticas
gubernamentales, sino del cambio genuino de los corazones cuando Cristo es el
centro de una sociedad.
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