miércoles, 3 de abril de 2024

EL ENGAÑO DE LAS RIQUEZAS

 



En la Biblia, el engaño de las riquezas es un tema recurrente que advierte sobre los peligros de poner nuestra confianza y prioridades en las posesiones materiales en lugar de en Dios. Jesús mismo habló sobre este tema en varias ocasiones, como en Marcos 10:25, donde dijo: "Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios".

El engaño de las riquezas radica en la ilusión de seguridad y satisfacción que pueden ofrecer, mientras que en realidad, pueden desviar nuestra atención de lo que realmente importa: nuestra relación con Dios y los valores eternos. En Mateo 6:19-21, Jesús enseña: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".

En la sociedad actual existe el fenómeno del consumismo, bueno en realidad siempre existió, pero ahora adquiere más vigor, dado que en un contexto donde los valores se relativizan y el temor de Dios se apaga, al hombre no le queda otra cosa que idolatrar el dinero y desvivirse por él. Y a pesar de que sabe que el amor al dinero lo puede llevar a quebrantar leyes y delinquir, pues al parecer no le interesa.

Personalmente no creo que Dios esté en contra de la prosperidad material, si vamos a la Biblia veremos que muchos hombres de Dios la tuvieron: Abraham, Salomón, David entre otros.  Sin embargo, se puede ver que la prioridad de ellos no fue llenarse de riquezas, sino llevar una vida que agrade a Dios y que esté dispuesta a hacer su voluntad. En la sociedad atea, agnóstica, existencialista y materialista, el temor de Dios se extinguió hace tiempo y el ser humano no hace otra cosa que cosechar tristemente las consecuencias de su desatino.

La Biblia nos recuerda que la verdadera riqueza se encuentra en invertir la vida en el Reino de Dios y en cultivar una relación íntima con Él. Las posesiones terrenales son temporales y pueden desaparecer, pero la riqueza espiritual perdura para la eternidad. Por lo tanto, es importante que no permitamos que las riquezas nos engañen y nos aparten del verdadero propósito de nuestras vidas: amar y servir a Dios y a los demás.

 

 

 

 

 

 

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