"Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria
de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus
obras."
Jesús se refiere a sí mismo como el "Hijo del
Hombre", un título que utiliza en varias ocasiones para describir su
identidad mesiánica. Aquí, anuncia su venida futura en la gloria de su Padre.
La presencia de ángeles en este evento subraya la
magnitud y la importancia de la venida de Jesús. Los ángeles son a menudo
asociados con eventos divinos significativos en las Escrituras.
La segunda parte del versículo destaca un principio
importante: cada individuo será recompensado o juzgado según sus obras. Esto
refleja la enseñanza bíblica sobre la responsabilidad individual y la justicia
divina. Hay que considerar lo siguiente: Según la Ley Mosaica el ser humano
debía hacer obras para poder ser justificado delante de Dios, pero ahora en la
nueva dispensación la justificación no es por obras, sino por fe. Claro que una
vez justificado el creyente debe evidenciar su fe a través de obras, que sin
duda honrarán a Dios. En realidad, el creyente al hacer obras está abonando a
su cuenta celestial para recibir recompensas no para ser salvo, ya que es salvo
por fe. En cambio, el incrédulo sí será juzgado en base a sus obras y como nadie
se salva por obras, pues su destino eterno será siniestro. De ahí la importancia
de creer en Cristo, de aceptarlo como Salvador personal para ser libre de la
condenación y tener como fin la vida eterna.
Este versículo está en línea con otras enseñanzas
bíblicas sobre el retorno de Cristo y el juicio final. En este contexto, Jesús
enfatiza la importancia de la preparación espiritual y la fidelidad a Dios, ya
que cada persona enfrentará las consecuencias de sus acciones.
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