Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor. 1 Ts. 4:17.
Este
versículo destaca la idea de que los creyentes que estén vivos en el momento
del retorno de Cristo serán "arrebatados" o llevados con los
resucitados para encontrarse con el Señor en el aire. Aquí hay algunos puntos
adicionales de reflexión:
Será
un evento instantáneo: El término "arrebatados" sugiere un evento
repentino e instantáneo. La idea es que este encuentro con el Señor ocurrirá de
manera rápida y sorprendente.
Nos
encontraremos con Jesús en el Aire: La ubicación de este encuentro se describe
como en las nubes, simbolizando una conexión celestial. La referencia al
"aire" también destaca la dimensión espiritual de este evento.
Permaneceremos
con Él: La última parte del versículo enfatiza que, después del arrebatamiento,
los creyentes estarán siempre con el Señor. Esto sugiere una comunión eterna y
continua con Dios.
La
interpretación de este versículo a menudo se vincula con las enseñanzas sobre
la segunda venida de Cristo y las creencias sobre la resurrección de los
muertos en Cristo. Este versículo es fundamental para la doctrina del
arrebatamiento en la teología cristiana y ha sido objeto de varias interpretaciones
y debates dentro de las distintas corrientes teológicas.
Lamentablemente hay creyentes que no creen en
la doctrina del Rapto de la iglesia, prefieren creer que ésta se quedará para
pasar la Gran Tribulación, pero vemos a lo largo de las Escrituras que Dios ha
protegido a sus hijos de eventos catastróficos: el diluvio, Sodoma y Gomorra,
las plagas de Egipto, ¿por qué no pensar que podría proteger a su iglesia de un
evento terrible que se viene sobre el mundo pecador y que se narra con detalles
en el libro de Apocalipsis? Personalmente creo en la doctrina del Rapto y creo
que la iglesia se va de este mundo antes de la aparición del Anticristo, un
terrible destructor de los hombres, especialmente de aquellos que no han creído
en Cristo. Es por eso que la promesa del Señor sigue en pie y se la apropian
los que verdaderamente han puesto su fe y esperanza en Él: “Por cuanto has guardado la palabra de mi
paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre
el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.”. Ap. 3:10.
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