sábado, 18 de mayo de 2019

UNA SOCIEDAD DIFERENTE


Hay gente que vive resentida por varios factores: infancia dura, abuso sexual, decepción amorosa, maltrato físico o sicológico, abandono, etc.
El asunto es que esas heridas del alma las convierte en personas tóxicas que tendrán en el tiempo problemas interpersonales y generarán las mismas consecuencias. En realidad, es un círculo de vicio del cual difícilmente se sale, sobre todo cuando no se tiene la capacidad de discernir y darse cuenta que se padece de algo así. 
Tristemente leemos a diario terribles noticias de violencia que cada vez aumenta y que nuestras autoridades se sienten impotentes de combatir, o lo que es peor, de detener.
En realidad, el mal que subyace en el corazón del ser humano no se combate con sanciones drásticas, las cárceles no reforman al criminal, al violador o al corrupto, incluso esos lugares reafirman sus conductas malsanas, de tal manera que el delincuente que cumple su condena sale peor de lo que entró. Hay casos excepcionales, pero muchos siguen en lo mismo.
El tema es que mientras el corazón del ser humano siga dañado por el odio, por los antivalores que se alimentan con el combustible de una sociedad cuya moral está en decadencia siempre veremos que el mal seguirá avanzando y posicionándose peligrosamente cambiando patrones de vida y llevándonos a una rendida aceptación de él porque al parecer no hay nada más que hacer.
La opción de la que menos se piensa y es la más efectiva es recurrir a Dios, sólo que ante Él hay que reconocer y confesar nuestros delitos y sincerarnos diciéndole que nuestro corazón está enfermo, que el pecado ha diezmado la fibra moral de nuestra alma. Dios que ve los corazones y sabe la intención de ellos estará presto para ayudar al que lo busca de verdad.
¿Deseas ver a una sociedad sana? ¿Deseas ver que la violencia y la corrupción acaben? Parece algo utópico imaginarnos algo así, pero es factible si Dios interviene, hay que clamar de corazón pidiendo su ayuda y si es así veremos su brazo poderoso actuar. No podemos decir que la fe es de todos, pero sólo los que la tienen podrán experimentar una vida nueva, vida que se inicia en la tierra para prolongarse en la eternidad. Entonces tu único, principal y último recurso es Dios, búscalo y hazlo de corazón.

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