¿Es posible que Dios olvide a sus siervos? No,
Dios nunca olvida, los que olvidan son los hombres, incluso la iglesia.
Hablé con uno, ¡qué digo!, con varios amigos consiervos
que ahora están fuera del ministerio , o han abierto sus propias iglesias, o se
dedican a otra cosa, como decimos, a un trabajo secular. Las razones pueden ser
muchas, pero veo que varios de ellos salieron resentidos porque tuvieron alguna
desavenencia con la directiva de su denominación, algunos salieron en
disciplina, otros porque vieron algún tipo de injusticia, y muchos de ellos
olvidados.
Algunos dicen que a veces es mejor callar, es
mejor no decir nada porque si dices algo que no parece correcto para ellos,
esto puede jugar en tu contra. Se nos enseña a hacer mutis y aceptar lo que
dice la autoridad, sin cuestionamientos, porque si lo haces te metes en problemas.
Debemos dejar en claro que las Instituciones
cristianas están dirigidas por hombres, asumo que son hombres consagrados a
Dios, que buscan la dirección de Él para sus vidas, y sobre todo, que con la
ayuda divina desean encaminar a la
denominación de acuerdo a su voluntad, sin embargo, como hombres que son
también pueden equivocarse.
Hace poco conversé con la esposa de un pastor,
que me comentó que su esposo estaba sufriendo de depresión. Lo sacaron del
ministerio y lo sumieron en el ostracismo, ahora nadie se acuerda de él,
literalmente me dijo ella, nadie lo visita.
Hace un tiempo atrás conversé con otro amigo
pastor que ya fue jubilado y, que según él, fue maltratado, porque lo apuraban
para que deje el cargo. Un hombre que dio toda su vida al servicio de Dios, se
sentía mal por la forma cómo lo despedían.
En una denominación también se aplica ese dicho
que dice “pueblo chico infierno grande”. La noticia de la salida de algún
pastor, sea cual fuere la razón, corre rápido a nivel del liderazgo y así se
entera de los motivos de su salida, y hay quienes toman las precauciones para
no invitarlo y mantenerlo en la penumbra. Si salió disciplinado por alguna falta, pues
hay que restaurarlo, y esto lleva tiempo, y mientras tanto debe dedicarse a
otra cosa, trabajando en lo que sea. En algunos casos es restaurado en otros
no, y los que no pues son olvidados.
Generalmente las iglesias grandes que tienen
mucho liderazgo, caen en el problema de la despersonalización, en realidad uno
se pierde en el montón de gente que hay. Si dejas de ir a tu iglesia es
probable que el pastor ni se entere, y quizá ni le interese, pues nunca te visita.
Comprendo que habiendo tanta gente, los
pastores no se van a dar abasto para tantos, por eso usan a sus líderes, pero
ni aun así se puede visitar a toda la iglesia, por lo menos en las llamadas mega
iglesias. Siempre dije que ahora vivimos los tiempos en que los pastores ya no
visitan a sus ovejas, estas deben visitarlos y sacar citas, y así como en
Essalud, deben esperar la programación de su turno para que la atiendan.
Del mismo modo habiendo tantos pastores, pues
cada año los Institutos bíblicos y Seminarios “botan”, en el buen sentido de la
expresión, promociones de pastores que serán contratados por las iglesias, pues
la tendencia ahora es contratar a pastores jóvenes y a los que bordean los 50
años para arriba, pues no, ya no son atractivos. Lamentablemente muchos que
están en este rango de edad están siendo olvidados, y a pesar que son hombres
de experiencia y trayectoria no se les toma en cuenta. Con todo el respeto que
merece la iglesia de Cristo, ella siempre será su cuerpo, pero nosotros los hombres
hemos hecho de ella una empresa que contrata pastores como empleados, que les
pagan su sueldo entre otras gollerías, y que el día que se desee prescindir de
ellos, pues simplemente se les deja de lado y se les olvida. Esta es la
filosofía que el capitalismo o la economía de mercado o lo que fuere dejó en el
ámbito eclesial: eres útil mientras tengas una vida útil, después….adiós. Dios
no nos llamó a ser empresarios de su iglesia, sino pastores de ella.
Dice Pr. 27.23: “Sé diligente en conocer el
estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños”, pero ¿quién
se preocupa por los pastores que están olvidados? ¿Quién debe visitarlos o
cuidarlos?
El Señor habla contra los pastores de Israel en
Ez.
34:4: “No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la
perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida,
sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”. Es
decir, amonesta a estos falsos pastores porque no les interesaba cuidar a las
ovejas del Señor. Me preguntó ¿y quién cuida al pastor perniquebrado? ¿quién se
encarga de ayudar al que está descarriado o perdido, o como el caso que
mencioné más arriba, el que está olvidado y deprimido? La primera respuesta que
puedo dar a esta pregunta es que Dios es el principal ayudador de estos siervos
que en muchos casos fueron abandonados por sus autoridades, y lo
único que pueden hacer por ellos es simplemente orar o decirles
como le dijo Darío a Daniel: “…. El Dios tuyo, a quien tú continuamente
sirves, él te libre”, Dn. 6:16. Creo que podríamos hacer eso y mucho
más.
Esta reflexión no la hago porque tenga algo
contra alguien, soy pastor, amo mi denominación, la cual Dios ha bendecido
enormemente, pero podemos estar perdiendo la sensibilidad a muchas cosas, entre
ellas la atención de quienes han dado mucho, han dado sus vidas por hacer de
esta denominación grande, y que ahora se sienten relegados porque ya no hay
espacio de servicio para ellos; se sienten olvidados sin que nadie se acuerde
de ellos. Y no estoy hablando de los que están jubilados porque este es otro
cantar, sino de aquellos que aun son útiles, que desean servir, pero no se les
da la oportunidad.
Sólo espero que Dios nos haga más dóciles a
este problema y no sólo seamos el buen samaritano para auxiliar a los que están
destrozados por el pecado, y que requieren atención, sino que también veamos en
el hombre herido al siervo de Dios que también se siente olvidado, maltrecho, que
necesita aliento y que sepa que la iglesia lo ama, lo aprecia, le provee ayuda
y ora por él. “Acordaos de vuestros
pastores, que os hablaron la palabra de Dios..” He. 13:7.
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