“Tú,
oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios.
Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que
anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que
aún no han nacido”, Sal. 71: 17-18 (NVI).
Si
Dios te apasiona y entiendes el encargo que Él te dio, creo que no puedes
quedarte sentado en la banca de la iglesia y sólo escuchar prédicas en las que
Dios te desafía a hacer algo por extender su Reino. Pienso que mientras no
comprendas lo que significa la “Gran Comisión”, pues sólo calentarás las bancas
y con tu pantalón dominical sólo le sacarás brillo; no te conformes sólo con
eso.
El
salmista dice algo que desea hacer, considerando que era un hombre como cualquiera
de nosotros que tiene sus ocupaciones, pues desea participar siendo un
colaborador de Dios en procurar que la gente conozca al Dios verdadero. Si ves
que la idolatría todavía campea, si ves que la delincuencia, la corrupción y
todas las obras de la carne que menciona Pablo en Gálatas 5 están por doquier van
en aumento, pues debes preguntarte como miembro de la iglesia de Cristo: “¿Y
qué hago yo para evitar toda esta vorágine de maldad que avanza a pasos agigantados?”.
Si soy consciente de cuál es mi misión en la tierra entonces no me quedaré
calentando las bancas, saldré a anunciar el evangelio de Cristo. Lo hice desde
mi juventud y lo hare también en mi vejez. Esta no es sólo la tarea de los
pastores y de los líderes de la iglesia, es la tarea de todos, es como el lema
de Defensa Civil, “tarea de todos”. Y si eres un hijo de Dios y estás cansado
de ver que la maldad se posiciona en todos los estamentos de la sociedad, pues
no te quedes sólo con el enojo y la amargura de ver que en tus propios ojos
pasa todo esto, sino sal, anuncia y proclama el evangelio de Cristo, porque el
único que puede combatir la corrupción moral y espiritual de nuestra sociedad
es Cristo; si lo crees pues lo harás, si no, entonces haz como si no hubieras leído
nada de esto. ¡Que Dios levante una generación de hombres y mujeres sensibles en
nuestro país y veamos una generación nueva de creyentes valientes que no se avergüenzan
de Cristo y de adoradores que le adoren a
Él en espíritu y en verdad!
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