EL FEMINICIDIO CONTINUA

Los casos de feminicidio que se ven continuamente en nuestra sociedad obedecen a la falta de valores, al egoísmo que domina a algunos hombres que buscan que sus parejas a quienes hicieron daño emocional y físicamente pues los sigan apreciando, los sigan amando. Hombres enfermos emocional y mentalmente que se alimentan de filosofías "yoistas", que les enseñan que debe satisfacer todos sus placeres no importando que subestimen o menosprecien a los demás. Creo que los conceptos filosóficos o sicológicos de la auto afirmación del yo en desmedro de los demás es una doctrina "luciferina", promovida por el mismo infierno. Es el mismo diablo que se mete en la mente y el corazón de muchos de estos individuos que cometen execrables crímenes contra la mujer.
El apóstol Pablo dice de ellos que son personas que "...teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza" (Ef. 4.18-19). Tales personajes no sólo están desequilibrados mentalmente, sino que diría hasta están influenciados por demonios. Lamentablemente la Psicología ni la Psiquiatría entran en esta área y si lo hacen pues lo hacen de forma tangencial. 
Los hombres al dejar a Dios de lado, al menospreciar su palabra, pues abren puertas a extrañas influencias, a nocivas doctrinas, como diría Pablo a "doctrinas de demonios" (1 Ti. 4.1) que moldearán sus pensamientos para el mal. Esto no nos debe extrañar, porque el mismo apóstol da a conocer cómo será el carácter de los hombres de los postreros días (2 Ti. 3:1-9), que se manifiesta a través de la conducta de los depravados que maltratan a la mujer.
El desequilibrio mental del hombre sin Dios se manifiesta de muchas formas, el pecado no sólo lo afecta espiritualmente, sino emocional y hasta físicamente, pero mientras sigamos con los paliativos que la sociedad nos quiere dar, mientras se trate las consecuencias del pecado con sanciones, que no dudo son ejemplares, pero sin ver la raíz de todo el mal, seguiremos viendo la tragedia del feminicidio y otros males más repetirse en nuestra sociedad. Si a Dios lo sacamos de los colegios, de las universidades, de nuestras instituciones gubernamentales. Si declaramos al Estado como laico y le decimos a Dios: "no te metas en nuestros asuntos", pues seguiremos cosechando más de lo mismo, pues la corrupción espiritual y moral no se frena con leyes, ni con sanciones drásticas, sino con un cambio profundo en el corazón del hombre que sólo lo puede producir Dios, porque Él envió a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree sea salvo (Jn. 3.16). 
Dios no trabaja con los que le cierran la puerta, lo hace con aquellos que le creen y le abren la puerta de su corazón, es por eso que como dijo Jesús en su oración al Padre: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños" (Mt. 11:25), pues Dios transformará a una sociedad no con una institución, ni siquiera con los gobernantes, sino con aquellos que le aman y le respetan sea un hombre sencillo o una autoridad encumbrada, sea profesional o no, sea letrado o no. Si hay un corazón que le teme y le quiere servir será útil en sus manos poderosas para convertirle en un agente de cambio. ¿Quieres que Dios use tu vida para ser un instrumento poderoso en sus manos? Pues ríndete a Él, cree en Él y créele a Él y sé fiel cada día de tu vida, y Él te tomará, te pulirá y te usará para su gloria, y si estás leyendo estas lineas es porque Él quiere hacerlo contigo espero que así sea.