Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros. Miqueas 3:11. El profeta denuncia la corrupción moral, espiritual y política que había en aquel entonces, similar a lo que vemos hoy también en nuestra sociedad. Al parecer el evangelio de la prosperidad ya existía en ese tiempo pues los sacerdotes y profetas trabajaban motivados por un afán de lucro, y qué decir de los gobernantes que les gustaba el soborno. Lo peor de todo es que haciendo esto creían contar con el apoyo de Dios: "¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros". No hay peor ciego que aquel que no quiere ver, y peor que éste, el creyente que anda en pecado y piensa que su Dios lo apoya. Sí, hay muchos que viven su propio paraíso, creen que son ricos en todo sentido, porque su motivación equivocada les hace pensar así, y Dios quizá les tenga que decir como le dijo a la iglesia de Laodicea: "Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo". Apocalipsis 3:17. No esperes que Dios refrende tus motivaciones equivocadas, no consientas esto. A Dios no le agrada que le sirvas con fines egoístas, Él sabe lo que hay en tu corazón. Siempre es necesario que te examines y descubras qué es lo que te motiva a servirle y Él te lo hará saber para que puedas corregirte; si estás dispuesto al cambio es porque eres humilde, si no entonces la soberbia aun puede ser una corona que Él quiere quitar de tu vida. Búscalo.
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