jueves, 26 de mayo de 2016

HAMBRIENTOS DE FAMA



“Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios”. Jn. 12:43
Sabes en nuestra sociedad todos quieren ser famosos y al decir esto me refiero a que muchos desean ser conocidos, aplaudidos y reconocidos por la gente. Este síndrome es muy frecuente en los artistas, vedettes, cantantes, deportistas, etc. Algunos de ellos se meten en escándalos sexuales, chismes, peleas, etc para ser vistos. Lo que es peor hay quienes deben delinquir o matar para que sus nombres salgan en la primera plana de algún periódico popular o noticiero local. Lo cierto es que estos sedientos de fama para tener su cuarto de hora de prestigio están dispuestos a todo, aún a perder su libertad o ser muertos. No cabe duda que el hombre requiere de aprecio, afecto, de que alguien se acuerde de él, de que vale, de que puede hacer o decir algo importante o aún nada importante porque en última instancia lo que quiere es un poco de atención. Si esto hacen los niños para que sus padres los atiendan, pues también lo hacen los adultos. Jesús fue alguien que no buscaba la gloria de los hombres, Él sólo buscaba honrar a Dios y hacer lo mejor para agradarle a Él, y si tú honras a Dios, pues Él te honrará a ti. Lo que es mejor la biblia dice que Dios te dará inmortalidad al lado suyo, como dice Pablo en Ro. 2:6-7: “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad”. Así que si tienes a Dios en tu corazón no debe interesarte hacerte famoso para que los demás te reconozcan, si honras a Dios pues Él se encargará de hacerte famoso, y de revestirte de gloria e inmortalidad a su lado en la eternidad. Si tienes a Cristo, haz que Él sea más grande en tu vida y Él se encargará de engrandecerte a ti. Juan el bautista será recordado como un gran siervo de Dios, y las páginas de la biblia inmortalizan su nombre, ¿sabes por qué? Porque dijo con respecto a Jesús: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”, Jn. 3:30. Haz tú lo mismo, honra a Dios y Él te bendecirá aquí en la tierra, y te dará la inmortalidad allá en el cielo.

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