martes, 28 de mayo de 2024

LA LEY HABLA DE CRISTO




“Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre”. Dt. 4:39-40.
Esta fue la ordenanza de Dios al pueblo de Israel, de la obediencia a la ley de Dios dependía la vida de la nación. Estando cerca de tomar posesión de la tierra prometida, la generación incrédula había desaparecido, Moisés estaba ya para cumplir su ministerio y estaba listo para partir a la eternidad con Dios. Entonces, ¿quién asumiría el liderazgo de la nación? Se mencionó a Josué como el caudillo que se encargaría en introducir al pueblo de Israel, pero tendría una labor difícil: haría uso de la guerra para la conquista de la tierra de Canaán. Claro, que no sería tan difícil porque Dios se encargaría de darle la victoria frente a sus enemigos.
Lo importante es que si ellos querían ser vencedores y triunfantes en todas sus campañas había algo importante que no debían olvidar: guardar los estatutos y mandamientos del Señor. Parece algo sencillo y nada complicado de realizar, pero considerando la naturaleza pecaminosa del hombre, pues es difícil si se hace en el esfuerzo humano, es importante entonces la ayuda de Dios y la completa sumisión a Él para lograrlo.
Ahora, si tenemos que contextualizar esto a nuestros días, veremos que la cosa no cambia mucho, siendo que Dios tampoco cambia, entonces la exigencia es la misma, ya no necesariamente en el cumplimiento de la ley mosaica, pero sí en lo que ella se encargaría de promover: El antiguo testamento hace énfasis en la venida de un Mesías, sabemos que éste ya vino hace más de dos mil años y lo conocemos, se llama Jesús. Sabemos que Dios ahora desea que obedezcamos lo que Él ha delineado desde antes de la fundación del mundo, en el sentido de que debemos creer en Jesús como el Salvador, Quien murió por nuestros pecados y por medio del cual tenemos acceso a la Presencia de Dios; por medio de Él somos perdonados, limpiados, regenerados, transformados en nuevas criaturas y tenemos como promesa la vida eterna.
Es por eso que ahora el evangelio se predica por todo el orbe, porque el plan de Dios es que se salve la humanidad, lamentablemente no se salvarán todos, sino los que creen de verdad. Aunque la salvación es para todos, no todos están dispuestos a creer y muchos prefieren ignorar al Salvador y seguir sus propios caminos. Aún así Dios permite que su evangelio siga extendiéndose y llegue a todos los rincones del mundo, hay mucha gente que responde positivamente y se salva y muchos no.
Querido amigo, tú debes tomar una decisión también, debes estar del lado de los creyentes o de lo contrario, estarás del lado de los incrédulos. De la decisión que tomes dependerá tu destino eterno, acepta a Cristo, es tu única opción, no hay otra manera de ser salvo. Sé que tendrás luchas, dudas y escepticismo, el enemigo de nuestras almas querrá que te mantengas al margen, pero no le hagas caso. Cree en Jesucristo ahora mientras puedas hacerlo, mañana podría ser demasiado tarde, haz caso al consejo bíblico: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”…He. 3:15.

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