En
la Biblia, encontramos referencias al concepto del "cristiano carnal"
en las epístolas del apóstol Pablo, específicamente en 1 Corintios 3:1-3 (NVI):
"Yo,
hermanos, no pude hablarles como a espiritual, sino como a gente carnal, como a
niños en Cristo. Les di leche, no alimento sólido, porque aún no estaban en
condiciones de recibirlo. Y todavía no lo están, porque todavía son gente
carnal. Envidias, pleitos y divisiones hay entre ustedes, ¿no es así? ¿Acaso no
se comportan como cualquier otra persona?"
En
este pasaje, Pablo está abordando la situación de los creyentes en Corinto,
quienes, a pesar de haber aceptado a Cristo como Salvador, aún no habían
experimentado un crecimiento espiritual significativo. El término
"carnal" se refiere a aquellos que están influenciados
predominantemente por los deseos y pasiones mundanas en lugar de ser guiados
por el Espíritu Santo.
El
cristiano carnal puede mostrar algunas características distintivas, como un
enfoque en disputas y divisiones dentro de la iglesia, celos, rivalidades y una
dependencia excesiva en las normas y valores del mundo en lugar de los
principios del Reino de Dios.
Es
importante destacar que el cristiano carnal no está perdido, pero su vida
cristiana está marcada por una inmadurez espiritual y una falta de
transformación. Aunque han nacido de nuevo, aún no han alcanzado un nivel de
madurez espiritual que le permita vivir de acuerdo con la voluntad de Dios de
manera consistente.
El
apóstol Pablo dice en Ro.8:5: “Porque los que son de la carne piensan en las
cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”.
El creyente carnal está más enfocado o muestra interés en los temas de la carne
como los que se mencionan en Gal 5:19-21, definitivamente si sigue así no podrá
agradar a Dios en nada y corre un peligro espiritual muy serio, pues el mismo
apóstol dice en el vs. 6: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el
ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Debe procurar, por lo tanto, arrepentirse
de esa forma de vivir, reconciliarse con Dios y llevar la vida del Espíritu que
es lo que espera el Señor de todos los que le aman.
Pablo
exhorta a los creyentes a avanzar hacia una vida espiritual más profunda,
dejando atrás las actitudes y comportamientos carnales y buscando un mayor
crecimiento en Cristo. Esto implica un compromiso con la oración, el estudio de
la Palabra de Dios, la comunión con otros creyentes y la obediencia al Espíritu
Santo, lo que gradualmente produce un cambio en el carácter y el comportamiento
hacia una mayor semejanza con Cristo.
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