sábado, 24 de febrero de 2024

LA VERDADERA RIQUEZA

 



En la Biblia, hay varios pasajes que abordan el tema de la felicidad y la riqueza, así como la idea de encontrar la alegría y la satisfacción en circunstancias más allá de la riqueza material. Uno de estos pasajes se encuentra en Filipenses 4:11-13, donde el apóstol Pablo escribe: "No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."

Este pasaje destaca la idea de que la verdadera felicidad no está determinada por la cantidad de riqueza material que uno posea, sino por una actitud de contentamiento y confianza en Dios, independientemente de las circunstancias. Pablo habla de haber aprendido a estar contento en cualquier situación, ya sea en la abundancia o en la escasez, porque su fuerza viene de Cristo.

Sin embargo, aun cuando mucha gente sabe que la felicidad no está en la abundancia de bienes que posee, al parecer no hace caso a esto y sigue en su desenfrenada carrera por el éxito material. Por otro lado, no es de extrañar ver que muchos llegan a extremos sórdidos, envilecidos por la avaricia y que los lleva a valorar más la riqueza que la vida misma.

El que no conoce a Dios, no comprenderá que la vida puede ser disfrutada aun con poco, Dios nos creó no para ser ricos materialmente, pero sí desea que nuestra riqueza sea espiritual. Sólo el hombre que anda con Dios y es guiado por Él, aprenderá a valorar lo espiritual sobre lo material, y sin dejar de dar la importancia debida a lo material lo que no permitirá es ser dominado por los sentimientos mezquinos que provienen del amor al dinero. Sabe que Dios es su verdadera riqueza y que la abundancia de ésta en el cielo es eterna y de mejor calidad que la que se pueda acumular en la tierra.

La biblia nos enseña que la verdadera felicidad no depende de nuestra situación financiera, sino de nuestra relación con Dios y nuestra capacidad para encontrar satisfacción en Él, independientemente de nuestras circunstancias materiales. Nos recuerda que, a través de la fe y la confianza en Él, podemos encontrar una profunda y duradera alegría que va más allá de las posesiones terrenales.

 

 

 

 

 

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