domingo, 25 de febrero de 2024

LA GRACIA NO ES UNA LICENCIA PARA PECAR

 


En la Biblia, encontramos varios pasajes que tratan sobre la idea del creyente infiel o el que apostata de su fe. Un ejemplo clave es la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), que ilustra la relación entre un padre amoroso y dos hijos. Uno de los hijos, después de recibir su herencia, abandona el hogar y derrocha su riqueza en una vida de excesos y pecado. Sin embargo, eventualmente se arrepiente y regresa humildemente a su padre, quien lo recibe con amor y celebración.

Este relato nos enseña que incluso aquellos que han creído y han sido parte de la familia de Dios pueden apartarse y vivir en desobediencia. Sin embargo, también destaca la gracia y la misericordia de Dios, que está siempre dispuesto a recibir de vuelta a los que se arrepienten sinceramente.

Otro pasaje importante es 2 Timoteo 2:11-13, donde se nos recuerda que aunque seamos infieles, Dios permanece fiel, ya que no puede negarse a sí mismo. Esto nos muestra que, aunque los creyentes puedan ser infieles en su relación con Dios, Él permanece constante en su fidelidad y amor hacia ellos.

Sin embargo, el hecho de que Dios sea amplio en perdonar no significa que podamos abusar de eso y granjearnos la amistad del mundo cada vez que queramos, pensando luego que Dios siempre estará solícito para perdonarnos y recibirnos en sus brazos, cual hijo pródigo. Dios ve los corazones y sabe si somos sinceros en nuestra relación con Él. Debemos, por tanto, ser cuidadosos y tomar con responsabilidad el hecho de vivir en la gracia, que no es una condición para pecar a nuestro antojo sabiendo que Dios perdonará todo, sino un estado para ir perfeccionándonos con la ayuda del Espíritu Santo, pues Dios nos enseña a vivir en santidad y debemos procurar esto, tratando de renunciar cada día al pecado, llevando una comunión cada vez más profunda, a la vez que esforzándonos en salir de aquello que nos dañe moral y espiritualmente.

Tengamos presente que la Biblia reconoce la realidad de la apostasía y la infidelidad entre los creyentes, pero también nos ofrece esperanza en la gracia y la misericordia de Dios, que está siempre dispuesto a restaurar y perdonar a los que se arrepienten sinceramente.

 

 

 

 

 



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