lunes, 15 de enero de 2024

UNA GENERACIÓN QUE SE VA




Vivimos en una época caracterizada por cambios rápidos y constantes, tanto a nivel tecnológico como social. La expresión "una generación que se va" puede interpretarse de diversas maneras, pero quizás pueda referirse a la sensación de transitoriedad y fluidez que define nuestra experiencia en este momento.

Somos testigos de avances tecnológicos sin precedentes que han transformado radicalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Las conexiones digitales han acortado las distancias, permitiéndonos interactuar con personas de todo el mundo de maneras que antes eran impensables. Sin embargo, este progreso también ha llevado consigo desafíos, como la dependencia de la tecnología y la velocidad a la que evolucionan las cosas, generando a veces una sensación de fugacidad en nuestra manera de vivir.

A nivel social, somos una generación que busca la igualdad, la diversidad y la sostenibilidad. Nos enfrentamos a desafíos globales como el cambio climático, la desigualdad y la discriminación, y muchos de nosotros estamos comprometidos con la construcción de un mundo más justo y equitativo.

Pero a pesar de todos estos cambios y desafíos, también somos una generación que se va formando, aprendiendo y adaptándose constantemente. Estamos conectados de maneras que nos permiten compartir ideas y valores, y tenemos la capacidad de influir y ser influenciados a una escala sin precedentes. En este proceso de transformación, es esencial reflexionar sobre quiénes somos y hacia dónde queremos ir como individuos y como sociedad.

Y es aquí donde debemos pensar que como generación que termina su ciclo de vida, no puede conformarse con haber existido un poco de tiempo y luego ser parte del olvido. Es así como el mundo lo concibe y así nos lo enseñaron: que el hombre nace, crece, se reproduce y muere y adiós. No es así, Dios tiene un plan maravilloso para nosotros, no quiere que seamos parte del olvido. Dios envió a su Hijo Jesucristo para que puedas saber que a través de Él puedes obtener la inmortalidad, la vida eterna. Y si es así entonces tu vida no será un aliento fugaz, lo será para este mundo, pero Dios te llevará a otra dimensión, la estancia suya donde estarás con Él y disfrutarás de su Presencia, donde no habrá llanto, dolor, enfermedad y muerte, las cosas que vemos a diario y nos agobian el alma.

Sí estoy convencido que Cristo vino a darnos esa esperanza maravillosa y que sólo es posible obtenerla a través de la fe, la fe en Él por supuesto. Accede a ella y comprenderás entonces que Dios no te creó para vivir sólo un tiempo, sino eternamente y para siempre. “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn. 10:10).

 

 

 

 

 

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