La explicación de la violencia en un país como el Perú es multifacética y puede tener raíces en diversos factores sociales, económicos, históricos y políticos. Aquí hay algunas reflexiones que podrían ayudar a entender por qué existe tanta violencia en el Perú:
Desigualdad socioeconómica: La disparidad en la distribución de la riqueza puede generar tensiones y conflictos entre diferentes grupos sociales. La falta de acceso a oportunidades económicas puede llevar a la marginalización y a la adopción de comportamientos violentos como una forma de expresar la frustración.
Historia de conflicto armado interno: El Perú experimentó un conflicto armado interno entre las décadas de 1980 y 2000, que dejó cicatrices profundas en la sociedad. Este período estuvo marcado por violaciones a los derechos humanos, desplazamientos forzados y violencia generalizada, lo que podría haber contribuido a la normalización de la violencia en ciertos sectores.
Corrupción y debilidad institucional: La corrupción en las instituciones gubernamentales puede socavar la confianza de la población en el sistema y generar un clima propicio para la violencia. Cuando la gente siente que las instituciones no pueden proporcionar justicia o resolver problemas sociales, algunos pueden recurrir a la violencia como medio de autodefensa o resolución de conflictos.
Cultura de la impunidad: Si los actos violentos no son castigados adecuadamente, puede fomentar una cultura de la impunidad. La falta de consecuencias disuasorias puede llevar a un aumento de la violencia, ya que algunas personas pueden sentir que pueden actuar sin enfrentar repercusiones.
Problemas estructurales y falta de oportunidades: La falta de infraestructuras básicas, educación y oportunidades económicas en ciertas regiones puede contribuir al surgimiento de la violencia. La ausencia de servicios y el acceso limitado a la educación pueden dejar a comunidades enteras en situaciones precarias, propensas a la violencia como una forma de respuesta a las condiciones difíciles.
Un Estado y una sociedad laico y/o ateo: Creo que este último punto no es de mucha importancia para muchos que se conforman con una religiosidad impotente y se niegan a llevar una vida de pureza y santidad. El equivocado concepto que meterse mucho en las cosas espirituales es sólo para monjes, sacerdotes o religiosos con vocación, es falso.
La Biblia enseña que para poder construir una sociedad buena, honesta y libre de corrupción su Presencia es importante, sin embargo, mientras Él esté ausente en el corazón del ser humano pues éste será terreno propicio para que el enemigo de nuestras almas pueda potenciar todo lo malo y lo lleve a cometer toda suerte de actos que van en contra de la voluntad de Dios.
Es menester entonces que nuestras autoridades piensen que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, Mt. 4:4. Sin Dios no veremos una sociedad transformada para el bien, por el contrario, será siempre mala y dispuesta a corromperse mucho más. El mensaje a nuestras autoridades, políticos y sociedad en general es que pongan su fe en Cristo, no en una religión cualquiera, sino en Aquél que dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, Jn. 14:6. Sólo una fe puesta en el Dios verdadero nos permitirá ver cambios verdaderos en la gente y en nuestra nación.
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