Es bastante sorprendente la serie de comentarios que se han
sucedido entre algunos representantes evangélicos o protestantes, que parecen
querer sólo “quedar bien” con toda la mecánica generada en torno al –sin duda
importante- nombramiento del nuevo Papa.
En primer lugar, recordamos que también se trata de la
elección de un Jefe de Estado, cuya influencia va a sentirse en todo el
planeta. Un Estado que es uno de los pocos de carácter no-democrático que aún
existen en el mundo, pero que va a ser
fuerza de presión interna en no pocos países democráticos.
En segundo lugar, es el Pontífice de la Iglesia católico-romana,
representando por lo tanto a lo contrario que piensa y entiende como
cristianismo la exégesis bíblica que defiende el cristianismo protestante en su
sentido de cristianismo bíblico por encima de las tradiciones y el “Magisterio”
de “la” Iglesia.
Por mucho que quiera e intente inútilmente defender la ICAR (Iglesia Católica
Apostólica Romana), la figura papal aglutina y representa a todos aquellos que
son contrarios al cristianismo cuyo centro es Cristo.
El problema es el
papado, no el Papa
José de Segovia, teólogo protestante y Presidente de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica
Española, analiza -al hilo de la renuncia de Benedicto XVI- la figura del
papado a la luz de la Biblia
y las enseñanzas de Jesús, así como las reacciones que se han producido ante el
anuncio de esta renuncia.
El mejor ejemplo han sido las palabras y actuaciones
primeras de Francisco. Señala a Cristo, pero reza y se encomienda a la Virgen María. Una
contradicción absoluta, ya que la propia María de la Biblia (como en la boda de
Canaán) señalaría a Cristo, diría que se hiciese lo que El dijo, y El dijo que
era el único camino al Padre; por lo tanto sin más intercesores ni mediadores.
Ante ello, hablar del cristocentrismo del Papa nos parece
que camina entre la verdad a medias y lo políticamente correcto; y de alguna
forma falsea la realidad simplemente para quedar bien con la ICAR.
Francisco, Jefe de un Estado no-democrático de enorme poder
mundial, Vicario de Cristo según la
ICAR, parece un hombre sencillo y cercano, socialmente
comprometido y conocedor de los cristianos evangélicos.
Lo que haga está por
ver.
Pero lo que es y representa su figura es lo contrario al
genuino cristianismo de Jesús; que también era sencillo y cercano, pero en su
caso nunca fue Jefe de Estado, y se atrevió a enfrentarse a la religión
establecida para decir que se habían extraviado del sentido de la Palabra revelada a Israel.
Jesús, sin oraciones a nadie más, debería ser el mejor y
único ejemplo de Francisco. Entonces, y sólo entonces, le aplaudiríamos.
Esto no es anticatolicismo, es precisamente querer hacer lo
que dice Francisco. Señalar a Cristo, y sólo a Cristo. Porque Cristo, y sólo
Él, es la roca sobre la que se edifica la Iglesia católica (universal) visible e invisible.
Editado por: Protestante Digital 2013
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