martes, 14 de octubre de 2025

EL PASTOR QUE NO TE ABANDONA

 


“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” — Salmo 23:1

Estas palabras, tan breves y sencillas, encierran una verdad tan profunda que ha dado consuelo a millones de corazones a lo largo de los siglos.

Cuando David escribió este salmo, no hablaba desde la comodidad, sino desde la confianza. Él conocía el desierto, las noches frías, el peligro y la soledad. Sin embargo, en medio de todo eso, levantó su mirada y declaró con fe: “Jehová es mi pastor.”

Decir que Dios es nuestro pastor es reconocer que no caminamos solos. Él guía nuestros pasos cuando el camino es incierto, nos alimenta cuando el alma tiene hambre, y nos da descanso cuando el corazón está cansado. En un mundo lleno de ansiedad, esta promesa se levanta como un refugio: si el Señor cuida de mí, no me faltará nada verdaderamente necesario.

Quizás hoy sientas que te faltan muchas cosas: fuerzas, oportunidades, amor o esperanza. Pero cuando Dios es tu Pastor, Él mismo se convierte en tu provisión. No te faltará dirección, porque Él guía. No te faltará consuelo, porque Él abraza. No te faltará propósito, porque Él tiene planes de bien para ti.

Confía, entonces, en Su cuidado. Aunque el valle sea oscuro, Su presencia es suficiente. Aunque el futuro sea incierto, Su amor es firme. Cuando el Señor es tu Pastor, puedes avanzar con paz, sabiendo que nada —absolutamente nada— te faltará.

lunes, 13 de octubre de 2025

LA IGLESIA Y EL PODER TERRENAL

 


A lo largo de la historia, la Iglesia ha tenido momentos de gran influencia política y económica. Desde las alianzas con imperios y monarquías hasta los pactos con gobiernos modernos, muchas veces se ha buscado obtener protección, recursos o reconocimiento. Sin embargo, esa búsqueda de poder terreno ha llevado también a la corrupción espiritual y a la pérdida de la pureza del Evangelio.

Jesús dijo claramente: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36).

La misión de la Iglesia no es dominar estructuras humanas, sino predicar el Evangelio, hacer discípulos y servir a los necesitados. Cuando la Iglesia se asocia con los poderes terrenales para obtener privilegios o riquezas, corre el riesgo de comprometer su mensaje, de callar ante la injusticia y de adaptarse al sistema del mundo.

El apóstol Santiago advirtió: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” (Santiago 4:4).

Hoy, en tiempos donde las riquezas, la imagen y la influencia parecen ser los nuevos “dioses” de este siglo, la Iglesia debe mantenerse fiel a su llamado espiritual. No debe buscar poder político, sino autoridad espiritual; no debe acumular tesoros en la tierra, sino en el cielo.

Jesús enseñó: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).

Advertencias:

Peligro de la corrupción espiritual: cuando la Iglesia busca el favor del Estado o del dinero, termina justificando el pecado y perdiendo su discernimiento.

Desviación del propósito: en vez de ser luz del mundo, se convierte en parte de la oscuridad que antes debía confrontar.

Persecución futura: las alianzas con el poder humano suelen volverse en contra de la Iglesia cuando el gobierno cambia o cuando la verdad del Evangelio deja de ser conveniente.

Recomendaciones:

Mantener independencia espiritual: la Iglesia debe ser libre para predicar la verdad sin temor a perder apoyo político o económico.

Vivir con sencillez y transparencia: administrar los recursos con integridad, sin convertir la fe en un negocio.

Buscar la influencia del Espíritu Santo, no del mundo: el poder que transforma no viene del dinero ni de las alianzas humanas, sino de Dios.

Ser voz profética: aunque el mundo se oponga, la Iglesia debe levantar su voz contra la injusticia, el pecado y la idolatría moderna.

La verdadera grandeza de la Iglesia no está en su riqueza ni en su posición política, sino en su fidelidad a Cristo.

Cuando la Iglesia se mantiene pura, humilde y obediente, su influencia es mayor que cualquier poder terrenal. Porque la autoridad espiritual viene del cielo, no del trono humano.

sábado, 20 de septiembre de 2025

ACTIVISMO ESPIRITUAL



ACTIVISMO ESPIRITUAL: EL PELIGRO DE SERVIR SIN INTIMIDAD

Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos." (Oseas 6:6)

En la vida cristiana, servir a Dios es un privilegio y una expresión de amor. Sin embargo, existe un peligro sutil: confundir el servicio con la verdadera comunión. Muchos creyentes, con el deseo de agradar al Señor, llenan sus agendas de actividades, ministerios y compromisos, pensando que cuanto más hagan, más aceptos serán ante Dios. Pero, ¿es esto lo que realmente agrada al Padre?

CUANDO EL SERVICIO REEMPLAZA LA RELACIÓN

Jesús mismo advirtió sobre este peligro en la historia de Marta y María (Lucas 10:38-42). Marta servía diligentemente, pero estaba inquieta y afanada; en cambio, María escogió sentarse a los pies de Jesús para escuchar su palabra. El Señor no reprendió el servicio de Marta, pero sí su desorden de prioridades: "una sola cosa es necesaria".

Dios no busca primero nuestras manos, sino nuestro corazón. El servicio sin comunión se convierte en activismo vacío, en una rutina que puede desgastar el alma y alejarla de la presencia de Dios.

LA MOTIVACIÓN CORRECTA

El apóstol Pablo enseña que podemos hacer grandes obras, incluso dar nuestra vida, pero si no hay amor, de nada sirve (1 Corintios 13:3). Nuestro servicio debe fluir de una relación íntima con el Señor, no de la necesidad de reconocimiento ni de la idea de “ganar puntos” en el cielo.

MANTENIENDO EL EQUILIBRIO

Tiempo en la presencia de Dios: La oración, la lectura de la Palabra y la adoración deben preceder a cualquier ministerio.

Servicio guiado por el Espíritu: No se trata de hacer mucho, sino de hacer lo que Él nos manda.

Descanso espiritual: Jesús invitó a sus discípulos a apartarse para descansar (Marcos 6:31). Servir no significa agotarse.

El Señor se agrada más de un corazón que le ama que de un calendario lleno de actividades. Servir es necesario, pero amarle es esencial. Que nuestro trabajo para Dios sea el fruto de una relación viva con Él, y no un sustituto de ella.

EL PASTOR QUE NO TE ABANDONA

  “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” — Salmo 23:1 Estas palabras, tan breves y sencillas, encierran una verdad tan profunda que ha dado...