No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia. Is. 41:10
Es maravilloso leer esta promesa que nos hace el Señor. Tú
puedes encontrarte en un momento difícil de tu vida, pero Dios no te dejará
solo, puedes estar viviendo un drama, un colapso económico, una pérdida
familiar, una crisis conyugal o un quebranto de tu salud, pero el Señor te
pondrá bajo la sombra de sus alas. Cualquiera sea tu situación el Señor te dice
que estará contigo, es más no sólo te dice eso, sino que también te dice “no
desmayes”, no quiere que tu fe se apague, que te desalientes, que tires la
toalla. Son tantos los creyentes que desmayan y dicen: “¡Se acabó!, la vida
cristiana no va más conmigo”. Ahora muchos podemos desmayar, pero la clave para
no rendirnos totalmente es que permitas que Dios renueve tus fuerzas. Él te dice, “porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo”, el asunto es creerle a Él, si el Señor lo dice pues lo hará, te dará
ese nuevo aliento, ese renovado vigor. Dice Is. 40:31: pero los que esperan a
Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no
se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Él quiere que experimentes su
ayuda que no es temporal, no es efímera, dice, “siempre te ayudaré”, contamos
con un Dios que nos brindará su apoyo y su ayuda constantemente. Él nunca
abandona a sus hijos, existen padres irresponsables, madres desnaturalizadas,
que abandonan a sus hijos a su suerte. Nuestro Dios no es un Padre
irresponsable, nos apoyará en todo momento. Su compromiso para con nosotros es
serio, pero Dios quiere que le creas, que no dudes de su poder y de su amor. El
Señor te dice “siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”, ¡qué
hermoso saber esto! Tendremos siempre su ayuda en lo espiritual y en lo
material, el mismo rey David, llegó a decirlo de esta manera: Joven
fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que
mendigue pan, Sal. 37:25. De ser así entonces ¿por qué aún dudamos? Es
por nuestra humana naturaleza, porque el pecado aun nos enceguece para no creer
en su palabra. Líbrate de esos temores que provienen de tu viejo hombre, hazle
caso a Dios. Debes vivir cada día renovado en el poder de su Espíritu Santo, y
andar en santidad. Pablo dice: En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad, Ef. 4:22-24. Que el
Señor te ayude y te permita tener la fe, la seguridad y la certeza de que su
palabra tendrá cumplimiento en ti y lleves una vida de bendición, de poder y de gratitud a Él.
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