viernes, 11 de septiembre de 2015

SI REALMENTE NOS HUMILLÁRAMOS



“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” 2 Cr. 7:14.
Los principios bíblicos no cambian, pero los dejamos de lado para aplicar estrategias humanas a fin de que nuestras iglesias crezcan. Algunos piensan que el avivamiento viene por la música, por las células, por un evangelismo amigable. Cada vez salen nuevos modelos de iglecrecimiento que nos dejan pasmados, cada cierto tiempo sale un nuevo libro donde su autor pretende hacernos creer que su modelo de desarrollo de iglesia es mejor que los demás, porque incluye elementos que los otros no tienen. Y claro, no faltan aquellos que lo toman y lo aplican para al final sentirse frustrados porque no ven el resultado esperado.
A veces pienso que Dios desde el cielo nos debe estar observando esperando que hagamos caso a los que dice 2 Cr. 7:14 en donde el protocolo para acercarnos a Dios nos permitiría ver su mano poderosa manifestándose en nuestras vidas.
SI SE HUMILLARE MI PUEBLO
Humillar: Bajar la cabeza u otra parte del cuerpo en señal de acatamiento y sumisión. Esto es algo que debemos hacer siempre, pero a la naturaleza caída nuestra no le gusta hacerlo, preferimos ser admirados, ser engreídos, ser aplaudidos, no nos gusta la idea de quebrarnos delante de nadie, ni siquiera delante de Dios. Pues bien, esta actitud que existe en muchos creyentes es el talón de Aquiles que los debilita y no pueden desarrollarse y crecer. Las iglesias nos crecen por estrategias, sino por el poder de Dios, y Dios no se congracia con nadie que no quiere humillarse.
SOBRE EL CUAL MI NOMBRE ES INVOCADO Y ORAREN Y BUSCAREN MI ROSTRO
Hay congregaciones que están tan satisfechas de su status, lo tienen todo, no les hace falta nada. Podríamos decir que hasta ya no necesitan orar, “si requerimos algo, dicen, se lo pedimos a la iglesia, los hermanos estarán dispuestos a dar”. Me sabe a la actitud de la iglesia de Laodicea a la cual el Señor sanciona: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Ap. 3:17). Esta es la era de la iglesia de Laodicea, que se ve en las actitudes de las mega iglesias y pastores millonarios que viajan por todo el mundo cobrando millones por sus eventos de evangelización y de sanidad. Sus congregaciones tienen mucha gente, influencia y poder, pero ¿lo tienen todo? A veces pienso que el Señor a estas congregaciones les dirá lo mismo que a Laodicea: “tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”, sólo espero que Dios no tenga que hacer esto con tu iglesia, pues tú eres parte de ella. Es importante que no dejes de orar y buscar siempre su rostro, porque aunque lo tengas todo materialmente hablando, el poder espiritual de Dios no se consigue con dinero, se consigue cuando doblamos las rodillas y buscamos su rostro con fervor y lágrimas, y hoy hay muchos que ya no lloran, ya no claman, pero sí oran, pero son oraciones soñolientas, sin fuerza ni poder. Dios nos libre de esto.
Y SE CONVIRTIEREN DE SUS MALOS CAMINOS
No se puede ser hijo de Dios sin haberse convertido. Y convertirse significa hacer que una persona llegue a ser algo distinto de lo que era. Hoy por hoy estamos viendo predicadores que hablan mensajes de auto ayuda, de superación personal, son mensajes donde te dicen, “que hay un campeón en ti”, “en ti está el poder”, “tú eres valioso para Dios”, “tienes un potencial que Dios quiere usar”. Todo esto suena bien, pero te lo dicen sin invitarte a que te conviertas a Cristo, ¿de qué sirve que tengas todo esto si espiritualmente estás perdido? ¿Acaso los autores incrédulos que escriben libros de auto ayuda no te dicen lo mismo? Ninguno de ellos te invita a convertirte a Cristo, porque no son creyentes tampoco. De nada te sirve ir a la iglesia si no eres converso, y me parece que estos falsos apóstoles serán responsables de que muchos de sus feligreses se vayan al infierno por no haberlos llevado a los pies de Cristo, por no haberles hecho ver la radiografía espiritual de sus vidas que según Isaías es que “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” (Is. 1:6). Tenemos que decirle a la gente que el pecado es un cáncer del alma que si no lo confiesa, ni se arrepiente ni se convierte no entrará al reino de los cielos. No llenemos nuestras iglesias de inconversos engañados que creen que irán al cielo, no imitemos a los fariseos hipócritas de quienes Jesús decía: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mt. 23:15).
ENTONCES OIRE DESDE LOS CIELOS
¡Cuánto anhelamos que Dios nos oiga! Realmente lo deseamos con todo el corazón, a veces pienso que nuestras oraciones no llegan ni al techo del templo porque probablemente no estamos cumpliendo con alguno de los requisitos anteriores. Creo que el Señor escucha, pero ¿a quién escucha? Dice el Sal. 34:15: “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos”. De acuerdo al N.T. justo es aquel que es justificado por la fe en Jesús, si has sido justificado por fe entonces eres hijo de Dios, y no tienes por qué pensar que Dios no escuchará tus oraciones. Él escucha a sus hijos, y nuevamente repito A SUS HIJOS. Si eres hijo de Dios, pues Él te conoce y te ama y estará dispuesto a oírte y ayudarte en todo lo que requieras de tu Padre.
Y PERDONARE SUS PECADOS Y SANARE SU TIERRA
¡Qué bueno es saber que Dios te ha perdonado tus pecados! No se equivoca el salmista cuando dice: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño” (Sal. 32:1-2). Creo que si todos los peruanos le pedimos perdón a Dios por todos los pecados que hemos cometido, si cada uno de nosotros lo hiciéramos de corazón, confesando nuestros delitos, nuestra idolatría, nuestro paganismo, nuestro adulterio, fornicación, robo, corrupción, crímen, etc, Dios se manifestaría poderosamente, pero ¿podrá suceder esto algún día? No lo sé, sin embargo, creo que hay muchos que lo hacen en forma personal. Ahora, sería interesante que el Perú se humille de corazón y pida perdón a Dios por todos sus delitos, desde las altas esferas de gobierno hasta las más bajas.
Sé que el orgullo, y la ceguera espiritual que domina el corazón del hombre le impedirá hacerlo, pero no es malo intentarlo. Dios no sólo quiere sanar tu corazón sino sanar tu tierra, nuestro país es muy diverso y rico, pero también se está deteriorando, o mejor dicho lo estamos depredando y dejamos que vengan los extranjeros y se lleven nuestra riqueza dejándonos solo migajas. Sólo espero que Dios toque el corazón de los habitantes de nuestro país y el Espíritu Santo nos lleve a una humillación ante Dios genuina, no sabes ¡cuánto bien nos haría hacer esto! ¡Y cuánto beneficio traería esto a nuestra alma y a nuestra amada tierra!




No hay comentarios:

Sin presiones