“No améis al mundo, ni las cosas que están
en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. 1 Jn.
2:15.
1. NO AMES AL
MUNDO
El Señor no quiere que amemos a este mundo. No se refiere
al planeta tierra, pues Dios lo creó, se refiere al sistema de pecado que reina
en el corazón de los hombres y que va en contra de la voluntad de Dios. No
debemos aceptar el sistema filosófico, las actitudes y los pensamientos de
hombres ateos que se pronuncian en contra del Creador y que están instigados
por el mismo diablo, que la biblia lo llama el príncipe de este mundo: “Ahora
es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”
(Jn. 12:31). Lamentablemente hay creyentes que aún sienten simpatía por el
mundo sin darse cuenta que el enemigo lo que quiere es destruir su comunión con
Dios, sacarlos de la iglesia y hacer que vuelvan a su vida perdida.
2. NI LAS COSAS
QUE ESTÁN EN EL MUNDO
Este mundo nos ofrece muchas cosas. No podemos negar que
hay cosas buenas, pero malas hay un montón. Los estilos de vida, las canciones,
las películas, las diversiones están contaminados por la filosofía mundana. Todos
sabemos que las ideologías del mundo quieren competir con la palabra de Dios y
desean tomar posesión de la mente y los corazones de los habitantes de la
tierra. Sólo aquel que tiene el conocimiento de la palabra de Dios y tiene
discernimiento espiritual podrá comprender qué hay detrás de todo este aparato
de ideas y actitudes promovido por el mismo infierno. Es por eso que el apóstol
Juan dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son
de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1). Y
falsos maestros que incluso usan la biblia están cautivando el corazón de los
incautos para hacerles creer que sus ideales y estilos de vida están aprobados
por Dios, y no están haciendo otra cosa sino que condenar a aquellos que los
aceptan, como decía Jesús de los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y
una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”, (Mt.
23:15).
3. EL QUE AMA AL
MUNDO EL AMOR DEL PADRE NO ESTÁ EN ÉL
El apóstol Pablo dice: “Pero lejos esté de mí gloriarme,
sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado
a mí, y yo al mundo” (Gál. 6:14). ¿Has sido crucificado para el mundo?, o ¿el
mundo ha sido crucificado para ti? Es importante resolver estas preguntas cada
vez que el mundo desee penetrar en tu mente y corazón. Los cristianos que aún
andan en la carne todavía no han muerto para el mundo y tal vez el mundo no ha
muerto para ellos. Vemos a cristianos que andan en yugo desigual, que mienten,
que roban, que son corruptos, que fornican, que adulteran, que se emborrachan,
y van a la iglesia el domingo para golpearse el pecho pidiendo perdón al Señor,
para luego el lunes seguir en sus mismas andanzas. Esto creo que es burlarse
del Señor, pero la biblia dice: “Dios no puede ser burlado” (Gal. 6:7). Así que
sería bueno que examinásemos nuestros corazones y si vemos actitudes mundanas y
carnales pues renunciemos a ellas y llevemos una vida de santidad que sea
agradable al Señor. Andemos en vida nueva, seamos un odre nuevo: “y revestido
del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta
el conocimiento pleno” (Col. 3:10). Es todo un desafío para nosotros los
creyentes amoldarnos a la voluntad de Dios, pero si el Espíritu está en tu
corazón, sí es posible. Nunca te rindas, sigue con el Señor, renuncia al pecado
y al mundo, porque como dice el autor de Hebreos: “….nosotros no somos de los
que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del
alma” (He. 10:39).
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