miércoles, 19 de agosto de 2015

¿CÓMO COMBATIMOS LA CORRUPCIÓN?





“Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite”, Is. 1:6.
Uno de los problemas que ningún gobernante, ni gobierno alguno ha podido solucionar hasta ahora es la corrupción. Lamentablemente los corruptos están por todos lados. Tendríamos que decir que corrupto es todo ser humano, no hay quien se libre de ella. Ahora si nos remontamos a los tiempos de los inicios, al Génesis, al primer libro de la biblia encontraremos la razón de porqué existe la corrupción en el mundo: Adán y Eva desobedecieron a Dios y entraron la corrupción, la enfermedad y la muerte a toda la raza humana. La tendencia del ser humano a hacer lo malo en forma consciente es desde que tiene uso de razón: “porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Gn. 8:21). De ser así entonces los esfuerzos humanos por combatirla serán siempre infructuosos, no hay ser humano por muy bueno, moralista, creyente, o santo que pueda desterrar la corrupción del mundo completamente. Si el hombre no puede erradicarla de su corazón, mucho menos la podrá sacar del mundo. Jesús dio en el clavo cuando dijo: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre” (Mt. 15: 19-20). Hay que cambiar el corazón humano, la radiografía del Señor con respecto a él es: “no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga” (Is. 1:6), es terrible lo que hay dentro de nosotros, mientras nos neguemos al cambio, nada nos librará, y veremos más corrupción en las esferas altas de nuestro gobierno y en las más bajas también, seguiremos viendo más robo al Estado, más coimas, más jueces que venden sus conciencias, policías, funcionarios, ministros, alcaldes, etc. Seguiremos viendo a nuestro país gobernado por oportunistas que con su lenguaje demagógico enamoran a muchos ingenuos que votan por ellos para luego decepcionarse de su pésimo gobierno. Pero por otro lado, si sabemos que la corrupción sale del corazón humano, ¿qué hacemos para combatirla? Las iglesias cristianas hacen un trabajo loable, predican el evangelio de Cristo, porque saben que el único que puede cambiar el corazón humano es Él. Y las iglesias cristianas que son cristocéntricas y bibliocéntricas no se van por las ramas para perder el tiempo y dar una explicación filosófica de la maldad humana. Los creyentes en Dios saben que el pecado que subyace en el corazón lleva al hombre a cometer toda suerte de perversidades y desmanes que paralizan a la sociedad, y la llevan a pensar ¿hasta dónde puede llegar la insanía humana? Aparte que el diablo, el príncipe de este mundo, contribuye al avance del mal, la raza humana vive enceguecida y no se da cuenta de su condición espiritual caída, y no quiere arrepentirse de sus pecados y rendir su vida a Cristo para poder ser perdonada y pueda ser revestida del “nuevo hombre creado según Cristo” (Ef. 4:24). Los gobiernos harían bien en abrir las puertas a las iglesias cristianas para que entren en los colegios, las universidades, el congreso de la república, incluso al palacio de justicia para que se predique la palabra de Dios. Si los gobernantes del antiguo Israel debían tener una copia del libro de la ley para que la lean y mediten en ella y teman a Dios: “Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra” (Dt. 17:18-19). ¡Pues cuánto más ahora se requiere que se enseñe la palabra de Dios en nuestra sociedad posmoderna! Pero la soberbia de nuestros legisladores, y gobernantes que no quieren permitir que la palabra de Dios entre en sus instituciones los obnubila y tampoco permite que Cristo entre en sus corazones. Y son responsables de que ahora tengamos una sociedad corrupta, inmoral, violenta, donde ahora se quiere aprobar el aborto, la ideología de género, la eutanasia, donde al ladrón y al criminal no se les castiga ejemplarmente, sino que se les deja en libertad, ¿cuántos criminales andan por las calles orondamente cometiendo delitos, sin que haya un juez justo y valiente que los meta presos y les haga pagar sus delitos como debe ser? El Señor tiene razón cuando habla por medio de Isaías y dice que el ser humano está corrompido espiritual y moralmente y nadie lo sacará de ese estado, sólo lo hará Cristo. Entrégale tu corazón a Cristo, sólo Él puede salvarte de la corrupción, de la condenación y de la muerte. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro. 8:1). Si eres hijo de Dios es hora de andar en el Espíritu, y empezar a librar a otros de la corrupción, no pierdas tu tiempo en vanidades que te pueden atar nuevamente a tu vieja vida, sírvele a Dios y haz que la gente se reconcilie con Dios: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Co. 5:18).

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Todo lo puedo en Cristo