“No que seamos competentes por nosotros mismos para
pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de
Dios” (2 Co. 3:5)”
La competencia es una rivalidad u oposición entre quienes
aspiran a conseguir lo mismo. Ahora bien, existe la competencia leal y la
desleal, en la sociedad encontrarás ambas, y esto depende de la formación moral
y ética de los competidores. Generalmente encontramos mucho la competencia
desleal en el ámbito político, social, y comercial en donde se exige mucho la
preparación profesional y técnica, pero aparte de eso existen otros medios que
usa la gente para poder “merecer” alguna ventaja para un puesto de trabajo, negocio o cargo
político. Y esos procedimientos para obtener dichas “ventajas” no son honestos,
rayan dentro de lo que comúnmente llamamos “corrupción”, que no es otra cosa
sino que el soborno o cohecho; la perversión o vicio, es la alteración de la
forma o estructura de algo, y es lamentable que en nuestro país la corrupción
se observe en todos los estamentos de la sociedad, en todos los niveles
sociales, sin distingo de color, raza, sexo o nivel cultural. Se pensaba
antiguamente que la delincuencia y la corrupción eran actos propios de las
mentes poco ilustradas, pero no es así, se sabe ahora que el corrupto puede ser
un alto funcionario del gobierno, con maestrías y doctorados de las mejores
universidades del mundo, puede ser un individuo letrado y culto y de la mejor
estirpe social, y eso no significa que el corrupto se forme en la universidad,
¡por favor!, pero aunque todos sabemos que la corrupción es mala muchos la
practican, hombres letrados e incultos,
sin moral y sin Dios y esto es lo que hace desleal la competencia en cualquier
ámbito.
El apóstol Pablo habla también de una competencia, pero
él alude a una competencia que proviene del cielo. Es decir, para la labor
ministerial que tenía como apóstol de Jesucristo, pues requería del poder de
Dios. Los milagros que realizó eran meramente divinos, la fortaleza que mostró
pese a las dificultades y problemas que tuvo en un contexto anti-cristiano provino de Dios. Las iglesias que fundó y el
arduo trabajo que realizó para formar líderes y supervisar a todas las
congregaciones y ganar tantas almas como pudo para Cristo revelan que
efectivamente Cristo estuvo sosteniéndolo en todo momento. En el ámbito de Dios
no existe la corrupción, porque nuestro Dios como dice la biblia “…no es
hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Nm. 23:19). Si
deseas ser competente en el reino de Dios tienes que ser leal a Él, tienes que
llevar una vida de obediencia y fidelidad a los principios del reino porque
Dios aborrece el pecado. Él es un Dios santo, el profeta Isaías nos dice: “Santo,
santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”
(Is. 6:3). Este Dios tres veces Santo no admite ninguna forma de engaño ni
corrupción. Él bendice a los de buen proceder, pero castiga a los pecadores y
desleales, es por eso que a los corruptos no les simpatiza ir a la iglesia, ni
leer la biblia, ni mucho menos llevar una vida de obediencia a Dios, pues prefieren
mantenerse lejanos a Él, aunque saben en sus conciencias que hacen lo malo, y
creen que así se librarán de algún tipo de acción de Dios contra ellos,
corroboran lo que dice la biblia: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Jn. 3:20).
Ahora el hecho de que se mantengan lejanos de Dios no significa que se librarán
de sus manos, tarde o temprano “sus pecados los alcanzarán”, y tendrán que
rendirle cuenta a Él por todas las perversidades que cometieron, y allí sí
¡agárrate Catalina! Nadie se librará de su juicio, por eso dice el autor de
Hebreos: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (He.10:31). Pienso
que en el mundo seguiremos viendo más corrupción, más perversidad, el hombre sin
Dios seguirá siendo desleal, porque el diablo lo tiene enceguecido y no le
permite discernir la realidad de las cosas. Y si tú mi querido amigo vives una
vida así de desobediencia y corrupción es tiempo de que te arrepientas y pidas
perdón al Señor, es tiempo de que te apartes de ese sistema de pecado que
impera en el mundo y le rindas tu corazón a Cristo, porque todos los pecadores
algún día serán sancionados por Dios y el fin de ellos no será nada bueno, “sino
una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a
los adversarios” (He. 10:27). El mundo se hará cada vez más competitivo, y seguirá
habiendo más corrupción, pues mientras el hombre viva lejos de Dios el pecado
continuará esclavizándolo. Pero puedes librarte de dicha esclavitud acercándote
con fe a Jesús. Él, puede hacer de ti una nueva persona y perdonar todo tu
pasado oscuro, y hacer de ti un siervo de Dios en un nuevo ámbito de
competencia, pero como dice Pablo “una competencia que viene del cielo: “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17). Hazlo ahora mientras tienes
tiempo y vida.
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