lunes, 15 de junio de 2015

NUESTRA COMPETENCIA



“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2 Co. 3:5)”
La competencia es  una rivalidad u oposición entre quienes aspiran a conseguir lo mismo. Ahora bien, existe la competencia leal y la desleal, en la sociedad encontrarás ambas, y esto depende de la formación moral y ética de los competidores. Generalmente encontramos mucho la competencia desleal en el ámbito político, social, y comercial en donde se exige mucho la preparación profesional y técnica, pero aparte de eso existen otros medios que usa la gente para poder “merecer” alguna ventaja  para un puesto de trabajo, negocio o cargo político. Y esos procedimientos para obtener dichas “ventajas” no son honestos, rayan dentro de lo que comúnmente llamamos “corrupción”, que no es otra cosa sino que el soborno o cohecho; la perversión o vicio, es la alteración de la forma o estructura de algo, y es lamentable que en nuestro país la corrupción se observe en todos los estamentos de la sociedad, en todos los niveles sociales, sin distingo de color, raza, sexo o nivel cultural. Se pensaba antiguamente que la delincuencia y la corrupción eran actos propios de las mentes poco ilustradas, pero no es así, se sabe ahora que el corrupto puede ser un alto funcionario del gobierno, con maestrías y doctorados de las mejores universidades del mundo, puede ser un individuo letrado y culto y de la mejor estirpe social, y eso no significa que el corrupto se forme en la universidad, ¡por favor!, pero aunque todos sabemos que la corrupción es mala muchos la practican,  hombres letrados e incultos, sin moral y sin Dios y esto es lo que hace desleal la competencia en cualquier ámbito.
El apóstol Pablo habla también de una competencia, pero él alude a una competencia que proviene del cielo. Es decir, para la labor ministerial que tenía como apóstol de Jesucristo, pues requería del poder de Dios. Los milagros que realizó eran meramente divinos, la fortaleza que mostró pese a las dificultades y problemas que tuvo en un contexto anti-cristiano  provino de Dios. Las iglesias que fundó y el arduo trabajo que realizó para formar líderes y supervisar a todas las congregaciones y ganar tantas almas como pudo para Cristo revelan que efectivamente Cristo estuvo sosteniéndolo en todo momento. En el ámbito de Dios no existe la corrupción, porque nuestro Dios como dice la biblia “…no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta.  Él dijo, ¿y no hará?  Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Nm. 23:19). Si deseas ser competente en el reino de Dios tienes que ser leal a Él, tienes que llevar una vida de obediencia y fidelidad a los principios del reino porque Dios aborrece el pecado. Él es un Dios santo, el profeta Isaías nos dice: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Is. 6:3). Este Dios tres veces Santo no admite ninguna forma de engaño ni corrupción. Él bendice a los de buen proceder, pero castiga a los pecadores y desleales, es por eso que a los corruptos no les simpatiza ir a la iglesia, ni leer la biblia, ni mucho menos llevar una vida de obediencia a Dios, pues prefieren mantenerse lejanos a Él, aunque saben en sus conciencias que hacen lo malo, y creen que así se librarán de algún tipo de acción de Dios contra ellos, corroboran lo que dice la biblia: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Jn. 3:20). Ahora el hecho de que se mantengan lejanos de Dios no significa que se librarán de sus manos, tarde o temprano “sus pecados los alcanzarán”, y tendrán que rendirle cuenta a Él por todas las perversidades que cometieron, y allí sí ¡agárrate Catalina! Nadie se librará de su juicio, por eso dice el autor de Hebreos: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (He.10:31). Pienso que en el mundo seguiremos viendo más corrupción, más perversidad, el hombre sin Dios seguirá siendo desleal, porque el diablo lo tiene enceguecido y no le permite discernir la realidad de las cosas. Y si tú mi querido amigo vives una vida así de desobediencia y corrupción es tiempo de que te arrepientas y pidas perdón al Señor, es tiempo de que te apartes de ese sistema de pecado que impera en el mundo y le rindas tu corazón a Cristo, porque todos los pecadores algún día serán sancionados por Dios y el fin de ellos no será nada bueno, “sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (He. 10:27). El mundo se hará cada vez más competitivo, y seguirá habiendo más corrupción, pues mientras el hombre viva lejos de Dios el pecado continuará esclavizándolo. Pero puedes librarte de dicha esclavitud acercándote con fe a Jesús. Él, puede hacer de ti una nueva persona y perdonar todo tu pasado oscuro, y hacer de ti un siervo de Dios en un nuevo ámbito de competencia, pero como dice Pablo “una competencia que viene del cielo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17). Hazlo ahora mientras tienes tiempo y vida.



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