Tener un cónyuge incrédulo es una experiencia difícil
para muchos creyentes. Esta situación se crea por dos razones: primero porque
un creyente no hizo caso a lo que dice la biblia: “No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Co. 6:14); y lo segundo es cuando los dos siendo
incrédulos se casaron, pero uno de ellos en el transcurso del tiempo se
convirtió a Cristo y el otro no. Lo cierto es que en ambas situaciones se vive
este problema del “yugo desigual”, y digo que es un problema porque soy testigo
de muchos matrimonios así, he visto a hermanos llegar a mi oficina para
relatarme el drama de vivir con un cónyuge que no ama a Dios, y no sólo eso,
sino que son víctimas de maltrato sicológico, moral y hasta físico. Sin
embargo, deben vivir así esperando que Dios tenga misericordia de ellos y pueda
escuchar sus oraciones que permita que el incrédulo se convierta a Cristo. Pero
hasta que eso suceda te recomiendo lo siguiente:
1. Nunca pierdas “tu primer amor”, Dios debe estar
siempre en el centro de tu corazón. Si lo amas por encima de todo y todos
estará contigo para bendecirte y darte la fortaleza necesaria.
2. Has intentado seguramente compartirle el evangelio a
tu cónyuge y los resultados han sido desastrosos. Y quizá lo sigas haciendo,
pero lo único que obtienes de él es ponerse en contra tuyo, humillarte y hasta
blasfemar. Si es así, no lo sigas haciendo si es que esto te ha de poner en líos.
Esto no significa que nunca lo vuelvas a hacer, pero Dios te dará la sabiduría
para que puedas saber en qué momento sin que te cree dificultades. Lo que no
debes dejar de hacer es orar a Dios por él o ella hasta que pueda convertirse.
3. Los hijos que Dios les ha dado están recibiendo un
“doble discurso”, es decir tú como creyente estás modelando para que ellos sean
ganados para Cristo, pero tu cónyuge incrédulo hace todo lo contrario. Esto en
realidad afectará a alguno de ellos, puede que alguno se convierta y el otro
no. Sin embargo, si estás orando por ellos, Dios los guardará, después de todo la
palabra de Dios no regresa vacía y hará su efecto en la vida de tus hijos, dice
la biblia: “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer
incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos,
mientras que ahora son santos”. No significa que sean salvos, pero están
santificados, apartados de la influencia del mundo por la palabra que reciben
por parte del padre o madre creyente y que en cierto modo está afectando
positivamente sus vidas, pues la idea es llevarlos a tener un experiencia
personal con Cristo.
4. Nunca pierdas la esperanza, Dios puede cambiar el
corazón de tu cónyuge, pero es facultad de Dios, no tuya. Nadie sabe a ciencia
cierta si se convertirá, pero mantén tu fe en el Señor. Dice la biblia: “Porque
¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh
marido, si quizá harás salva a tu mujer?” (1 Co. 7:16). Es cierto, pero esto no
significa que Dios no quiera hacerlo, puede responder a tu súplica y hacer que
tu cónyuge reciba a Jesús como Salvador.
5. Por último, y esto se lo digo a los jóvenes creyentes
que aún no se casan. Se evitarían toda esta situación si hicieran caso a lo que
dice el Señor acerca del “yugo desigual”, es mejor prevenir antes que lamentar,
obedece al Señor. Él, sabe por qué te lo dice y siempre será para tu bien, no
desestimes su Palabra. Es mejor romper una relación desigual antes que tener
que lamentar toda una vida no haberlo hecho.
Si ya vives el yugo desigual no puedes dar marcha atrás,
de nada sirven los lamentos, debes buscar a Dios para que trabaje en el corazón
del incrédulo y esperar que haga un milagro, y los milagros existen. Como te
dije no hay que perder la esperanza y debes tener paciencia. Sólo espero que
Dios te dé la sabiduría necesaria para saber cómo sobrellevar a un cónyuge que
no teme a Dios, y que con tu testimonio y sujeción a la voluntad divina lo
puedas ver llegar a los pies de Cristo. Haz caso al consejo de Jesús y espero
veas concretarse tu anhelo: “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”
(Lc. 21:19).
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