domingo, 31 de mayo de 2015

EL CÓNYUGE INCRÉDULO



Tener un cónyuge incrédulo es una experiencia difícil para muchos creyentes. Esta situación se crea por dos razones: primero porque un creyente no hizo caso a lo que dice la biblia: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Co. 6:14);  y lo segundo es cuando los dos siendo incrédulos se casaron, pero uno de ellos en el transcurso del tiempo se convirtió a Cristo y el otro no. Lo cierto es que en ambas situaciones se vive este problema del “yugo desigual”, y digo que es un problema porque soy testigo de muchos matrimonios así, he visto a hermanos llegar a mi oficina para relatarme el drama de vivir con un cónyuge que no ama a Dios, y no sólo eso, sino que son víctimas de maltrato sicológico, moral y hasta físico. Sin embargo, deben vivir así esperando que Dios tenga misericordia de ellos y pueda escuchar sus oraciones que permita que el incrédulo se convierta a Cristo. Pero hasta que eso suceda te recomiendo lo siguiente:
1. Nunca pierdas “tu primer amor”, Dios debe estar siempre en el centro de tu corazón. Si lo amas por encima de todo y todos estará contigo para bendecirte y darte la fortaleza necesaria.
2. Has intentado seguramente compartirle el evangelio a tu cónyuge y los resultados han sido desastrosos. Y quizá lo sigas haciendo, pero lo único que obtienes de él es ponerse en contra tuyo, humillarte y hasta blasfemar. Si es así, no lo sigas haciendo si es que esto te ha de poner en líos. Esto no significa que nunca lo vuelvas a hacer, pero Dios te dará la sabiduría para que puedas saber en qué momento sin que te cree dificultades. Lo que no debes dejar de hacer es orar a Dios por él o ella hasta que pueda convertirse.
3. Los hijos que Dios les ha dado están recibiendo un “doble discurso”, es decir tú como creyente estás modelando para que ellos sean ganados para Cristo, pero tu cónyuge incrédulo hace todo lo contrario. Esto en realidad afectará a alguno de ellos, puede que alguno se convierta y el otro no. Sin embargo, si estás orando por ellos, Dios los guardará, después de todo la palabra de Dios no regresa vacía y hará su efecto en la vida de tus hijos, dice la biblia: “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos”. No significa que sean salvos, pero están santificados, apartados de la influencia del mundo por la palabra que reciben por parte del padre o madre creyente y que en cierto modo está afectando positivamente sus vidas, pues la idea es llevarlos a tener un experiencia personal con Cristo.
4. Nunca pierdas la esperanza, Dios puede cambiar el corazón de tu cónyuge, pero es facultad de Dios, no tuya. Nadie sabe a ciencia cierta si se convertirá, pero mantén tu fe en el Señor. Dice la biblia: “Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?” (1 Co. 7:16). Es cierto, pero esto no significa que Dios no quiera hacerlo, puede responder a tu súplica y hacer que tu cónyuge reciba a Jesús como Salvador.
5. Por último, y esto se lo digo a los jóvenes creyentes que aún no se casan. Se evitarían toda esta situación si hicieran caso a lo que dice el Señor acerca del “yugo desigual”, es mejor prevenir antes que lamentar, obedece al Señor. Él, sabe por qué te lo dice y siempre será para tu bien, no desestimes su Palabra. Es mejor romper una relación desigual antes que tener que lamentar toda una vida no haberlo hecho.
Si ya vives el yugo desigual no puedes dar marcha atrás, de nada sirven los lamentos, debes buscar a Dios para que trabaje en el corazón del incrédulo y esperar que haga un milagro, y los milagros existen. Como te dije no hay que perder la esperanza y debes tener paciencia. Sólo espero que Dios te dé la sabiduría necesaria para saber cómo sobrellevar a un cónyuge que no teme a Dios, y que con tu testimonio y sujeción a la voluntad divina lo puedas ver llegar a los pies de Cristo. Haz caso al consejo de Jesús y espero veas concretarse tu anhelo: “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas” (Lc. 21:19).

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