“Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.” —2 Corintios 11:13
En los días del apóstol Pablo, la iglesia experimentó un crecimiento acelerado, pero también enfrentó uno de sus mayores peligros: la infiltración de falsos apóstoles, hombres que aparentaban espiritualidad, utilizaban el lenguaje de la fe y se presentaban como si fueran enviados por Dios. No eran externos a la iglesia; eran personas que se movían dentro del círculo cristiano, pretendiendo autoridad espiritual.
Pablo los desenmascara con firmeza. Los llama lo que realmente eran: “obreros fraudulentos”, personas que buscaban posición, influencia y reconocimiento más que la gloria de Dios.
El peligro no era solo la falsedad de su mensaje, sino la apariencia convincente que presentaban. Era un fraude disfrazado de luz.
Y si esto ocurría en tiempos del apóstol Pablo, cuando la iglesia aún estaba bajo la guía directa de los testigos de Cristo, ¿cuánto más en nuestros tiempos?
Hoy también surgen voces, ministerios y “apóstoles” que reclaman autoridad divina sin dar evidencia bíblica, espiritual o moral de un verdadero llamado. Algunos comercializan la fe, otros manipulan emocionalmente a las personas, y otros, bajo un manto de espiritualidad, buscan seguidores más que discípulos de Cristo.
Advertencias para este Tiempo
1. Cuidado con aquellos que se exaltan a sí mismos
Los falsos apóstoles se recomiendan a sí mismos, no son recomendados por Dios ni por su carácter.
El verdadero siervo no busca título, busca servir.
2. Observe el fruto, no el discurso
Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis”.
El fruto no es cuántos seguidores tienen ni cuánta prosperidad muestran, sino:
Santidad
Humildad
Amor al prójimo
Fidelidad a la Palabra
Integridad moral
3. No se deje impresionar por señales y discursos elocuentes
Pablo mismo dijo que los falsos ministros pueden presentarse “como ministros de justicia”.
Satanás se disfraza como ángel de luz; cuánto más sus ministros.
El verdadero apostolado no se prueba por espectáculo, sino por doctrina, carácter y sacrificio.
4. Examine toda enseñanza a la luz de la Escritura
No porque alguien use versículos significa que enseña la verdad.
Debemos hacer lo que hacían los bereanos:
“Escudriñar cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.
5. Tenga cuidado con los líderes que buscan control total
Muchos falsos apóstoles ejercen un liderazgo abusivo, aislando a sus seguidores y colocándose como la única voz de Dios.
La verdadera autoridad espiritual libera, no esclaviza.
6. No siga a quienes lucran con la fe
Cuando el “evangelio” se convierte en un negocio personal, la cruz queda anulada.
Pablo trabajó con sus propias manos para no ser tropiezo.
Los falsos, en cambio, buscan enriquecerse a través del rebaño.
7. Ore por discernimiento espiritual
El discernimiento no es sospecha humana; es una obra del Espíritu Santo que revela aquello que parece correcto pero no lo es.
El falso apostolado no es un fenómeno moderno; es un viejo enemigo de la iglesia que sigue vigente. Por eso, hoy más que nunca, debemos mantenernos firmes en la Palabra, con el corazón humilde y los ojos espirituales abiertos.
Así como Pablo defendió la pureza del evangelio y exhortó a la iglesia a no dejarse seducir, también nosotros debemos permanecer alertas.
Porque donde hay verdad, siempre se levantará la imitación. Y donde hay luz, el enemigo siempre intentará introducir su sombra.

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