"Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo que él escogió como heredad para sí."(Salmo 33:12)
Hoy, 28 de julio, celebramos un nuevo aniversario patrio. Nos reunimos como peruanos para conmemorar la independencia de nuestra nación, recordar a los héroes que nos dieron libertad, y elevar nuestras voces en cantos y desfiles. Pero también es un momento oportuno para reflexionar profundamente sobre el rumbo que ha tomado nuestro país.
Vivimos tiempos difíciles. El Perú enfrenta una profunda crisis social, política y económica. La corrupción ha minado las instituciones, la injusticia se ha vuelto común, y la pobreza sigue golpeando a millones de hogares. Muchos jóvenes han perdido la esperanza. El desempleo, la inseguridad, el desánimo y la división parecen reinar.
Pero como pueblo de Dios, no debemos desesperar. La Biblia nos recuerda que hay esperanza para toda nación que se humilla y vuelve a su Creador. El Señor dijo:
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14)
¡Perú necesita volver a Dios! No bastan reformas políticas, ni nuevos líderes, ni promesas vacías. Necesitamos una transformación del corazón. Solo Cristo puede sanar las heridas de una nación quebrantada. Solo Él puede traer verdadera justicia, paz y prosperidad.
Hoy, más que ondear la bandera, debemos alzar nuestras manos al cielo. Más que gritar “¡Viva el Perú!”, debemos clamar: “¡Perú, vuelve a Dios!”. Porque donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia (Romanos 5:20). Y porque no hay futuro sin Dios en el corazón de una nación.
No perdamos la fe. Dios aún tiene planes de bien para nuestro país:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11)
Oremos por el Perú. Proclamemos el evangelio. Seamos luz en medio de la oscuridad. Y confiemos en que el Señor puede levantar una generación que tema su nombre y transforme nuestra patria.
¡Feliz 28 de julio! ¡Y que Dios bendiga al Perú!
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