Apacentad la grey de Dios que está entre
vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los
que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. (1 P. 5:2-3)
En
el mundo cristiano, el liderazgo es un llamado divino, no un título para la
exaltación personal. Sin embargo, en muchas congregaciones observamos líderes
que han caído en el engaño del ego, convirtiéndose en figuras autoritarias que
buscan dominio en lugar de servicio. Este fenómeno no es nuevo, pero en
nuestros tiempos se ha vuelto más evidente debido al poder y la influencia que
algunos líderes religiosos han acumulado.
El peligro del complejo de superioridad
Cuando
un líder comienza a sentirse superior a los demás, corre el riesgo de perder de
vista su verdadera misión. En lugar de ser un siervo de Dios, empieza a verse a
sí mismo como el dueño de la iglesia y de las vidas de quienes lo siguen. Jesús
nos advirtió sobre esto en Mateo 23:11-12: "El que es el mayor de
vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido." La grandeza en el reino de Dios no se
mide por la cantidad de seguidores, sino por el nivel de servicio y humildad.
Pastores como dueños de la iglesia
Lamentablemente,
vemos casos en los que ciertos líderes han convertido la iglesia en su
propiedad personal. En lugar de ser administradores de lo que es de Cristo, se
han convertido en dictadores dentro de la congregación, manejando los recursos
de la iglesia a su antojo. Ezequiel 34:2-3 advierte sobre estos falsos
pastores: "¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!
¿No deben los pastores apacentar a las ovejas? Coméis la grosura, y os vestís
de la lana; la oveja engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas."
El
liderazgo basado en el ego siempre busca el beneficio personal antes que el
bienestar del pueblo de Dios. El verdadero pastor es aquel que se sacrifica por
su congregación, tal como Jesús nos mostró en Juan 10:11: "Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas."
El problema del empoderamiento excesivo
Algunos
líderes religiosos han asumido un nivel de poder tan alto que esperan ser
tratados como reyes en sus iglesias. Sus seguidores los veneran, les rinden
honores y obedecen ciegamente sus órdenes sin cuestionarlas. Esta actitud es
contraria al espíritu del evangelio. En 1 Pedro 5:2-3, el apóstol exhorta a los
pastores: "Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de
ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con
ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey."
Cuando
un líder religioso exige reverencia y sometimiento absoluto, ha olvidado que la
autoridad en la iglesia proviene de Cristo, no de los hombres. Jesús nos dio un
ejemplo claro en Juan 13:14-15 al lavar los pies de sus discípulos, mostrando
que el liderazgo cristiano es servir, no ser servido.
El llamado a la humildad
El
ego del líder religioso solo puede ser vencido con un genuino retorno a las
Escrituras y a la humildad de Cristo. Filipenses 2:5-7 nos dice: "Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, quien, siendo
en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo." Si el propio Hijo de
Dios se humilló para servir, ¿cuánto más los líderes humanos deberían seguir su
ejemplo?
La
iglesia necesita pastores y líderes que reflejen el carácter de Cristo, que
guíen con amor y servicio, y que entiendan que su autoridad es para edificar y
no para imponerse sobre los demás. El verdadero liderazgo cristiano es un
llamado al sacrificio, la humildad y la obediencia a Dios, no un título para la
exaltación personal.
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