Dios no ignora lo que haces, ni lo que dices, ni lo que piensas. Él conoce hasta lo recóndito de tu corazón, entonces es inútil esconderse de Él, mejor acércate con confianza y pídele que muestre su gracia y misericordia sobre tu vida, que te ayude a mejorar como persona; que te permita conocer su voluntad agradable y perfecta y que seas un instrumento que lo honre y lo glorifique.
Sería interesante que todos hicieramos esto y solicitaramos al Altísimo cada día que nos haga útiles para su gloria, pero la realidad es que no todos lo desean, pues muchos emplean la oración sólo para buscar sus intereses y nada más. Aún sabiendo incluso esto, la porfía por lo personal siempre prevalece.
La sociedad requiere cambios: el egoísmo, la ambición y la crueldad humanos están a la orden del día, si la iglesia refleja lo mismo en sus intenciones y en su servicio a Dios, no nos diferenciamos entonces mucho. Se requiere de una liderazgo y de una iglesia consagrada, se necesitan hombres y mujeres que renuncien a sí mismos y sean fieles discípulos del Salvador. El costo de esto no es nada facil, pero si queremos ver un cambio profundo, si queremos ver el poder de Dios manifestarse en esta sociedad pérdida, si deseamos combatir la corrupción, la injusticia y la inmoralidad con la unción de Dios, tiene que haber quienes paguen el precio por ello y esa clase de hombres es la que hace falta realmente. Sigo siendo optimista, más que eso, creo que Dios lo hará y espero verlo y no sólo esto, espero ser uno de ellos y espero que tú también.
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