lunes, 26 de noviembre de 2012

ME QUEDE HAMBRIENTO

El día domingo por la noche me fui a una iglesia cerca de mi casa. Estaba hambriento de oír la palabra de Dios. Como la congregación distaba de unas pocas cuadras decidí ir caminando, así despejo un poco la mente y el estómago también. Iba mirando las calles y las urbanizaciones que se habían erigido en los últimos años con casas hermosas y modernas y que también cuestan un ojo de la cara; iba describiendo en mi mente los modelos de los chalets y le preguntaba al Señor: “¿Algún día me darás una casa así?” Bueno, el Señor no me respondió como esperaba, pero me hizo saber a través de su palabra que allá en el cielo las moradas que existen no se comparan en nada con lo que hay aquì en la tierra, son mejores allà arriba. Así que dejé de preocuparme de tener una buena casa en la tierra y pensé en las maravillas del cielo. Llegué a mi destino y fui el primero en acercarme al templo que se encontraba cerrado, es raro en mí, pues no siempre llego primero. Como el templo aún no lo abrían esperé a pocos metros de él mirando los autos y buses que pasaban raudos y haciendo una bulla estresante. Esperé diez minutos y seguía cerrado. “Pero, si faltan pocos minutos para que empiece el culto y todavía no abren el templo”, meditaba con extrañeza. Así que vi. a dos hermanas que se ubicaron en la puerta y me acerqué a ellas. - Hermanas, buenas noches. Una curiosidad, ¿va a haber servicio esta noche? - No hermano, lo que pasa es que ha habido un retiro y van a llegar tarde. No creo que haya culto hoy. Me quedé con una desazón terrible, me sentí como aquel que está con un hambre voraz, va a su restaurante preferido y cuando llega le dicen: “No hay atención hoy día”.Bien, entonces me voy a otra iglesia, conozco algunas que están por ahí cerca, me gusta caminar, y un poco de ejercicio no le mal a nadie. Cuando llegué a la otra iglesia: “¡Por las barbas de Aarón!, también cerrada”. ¡Santo Dios!, ¿es que acaso el diablo me está jugando una broma? A menos que haya empezado el arrebatamiento y yo me haya quedado, esta situación realmente no me preocupó mucho. “Debe ser una coincidencia”, buscaré otra que me dicen que está en la próxima calle. Nada, no logré ubicarla, fui a otra, también cerrada. Eran las 8:20 y disminuía mi ánimo de seguir buscando, aparte que también ya me sentía cansado, debo haber caminado unos dos kilómetros a la redonda buscando y todas estaban cerradas. “Entonces ¿para qué enseñan que hay que predicar a tiempo y fuera de tiempo?, no los entiendo”. Me puse en el lugar de aquél que está desesperado por encontrar ayuda espiritual y encuentra el templo cerrado. No quiero juzgar a mis consiervos, pues, yo también soy pastor, pero un consejo hasta de un conejo: Mi querido consiervo si no has de predicar tú, encárgale a algún líder de tu congregación que lo haga, la palabra de Dios la podemos escuchar de cualquiera que tenga a Cristo en su corazón y esté lleno del Espíritu Santo. Finalmente, Dios tuvo compasión de este pobre caminante y me permitió llegar a buen puerto. Era una iglesia la cual no voy desde hace mucho tiempo, pude entrar, y fui bien recibido, me senté en la silla cerca de la puerta de salida, y esperé que alguien me trajera agua para lavar mis pies, pero nadie lo hizo. Creo que fue mucha pretensión de mi parte, sé que esta costumbre judía no la practican los creyentes ahora, son muy raros los que lo hacen, pero en fin no me interesó que lo hicieran realmente. Llegué a media prédica y era un pastor americano que dio un sencillo mensaje que me gustó realmente, di con gusto mi ofrenda y me fui a casa. Sin embargo, me quedé con las ganas de seguir escuchando, pero como dicen:”de lo bueno, poco”. Doy gracias a Dios por haberme permitido realizar todo este periplo, algo se aprende de experiencias de este tipo, en lo personal aprendí que si no puedo predicar un domingo, pues le delegaré a un hermano confiable que lo haga; que no soy el hombre orquesta y que la iglesia no se va a incendiar si falto yo. Es más, si hemos de hacer honra al texto en que Pablo le dice a Timoteo que predique “a tiempo y fuera de tiempo”, pues hagámoslo de verdad. Somos indispensables, y a la vez somos innecesarios, pues cuando Dios quiera prescindirá de nosotros y pondrá a otro en nuestro lugar, porque eso hará cuando hayamos cumplido el propósito que El, tiene para nosotros, así que señores por favor abramos nuestros templos “a tiempo y fuera de tiempo. WALTER DELGADO

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