sábado, 2 de agosto de 2025

NO NECESITO CONGREGARME

 


En los últimos años se ha hecho común escuchar a creyentes decir frases como:
“Ya no asisto a ninguna iglesia, todas tienen fallas”,
“Prefiero tener mi comunión con Dios solo en casa”,
“No quiero saber nada de líderes religiosos, todos son iguales”.
Estos sentimientos no siempre nacen de una rebeldía abierta, sino muchas veces de experiencias reales de decepción, abuso espiritual o incoherencia en la vida de quienes dicen servir a Dios. Sin embargo, la reacción de aislarse completamente de la comunidad de fe, aunque comprensible, no es la solución más sabia ni bíblicamente respaldada.
1. La Iglesia no es perfecta, pero es el diseño de Dios
Desde sus inicios, la iglesia ha tenido problemas internos: divisiones (1 Cor. 1:10–13), hipocresía (Hech. 5:1–11), falsos maestros (2 Ped. 2:1), inmoralidad (1 Cor. 5). Sin embargo, Dios nunca abandonó su proyecto de edificar una comunidad espiritual, ni alentó a los creyentes a desconectarse totalmente de ella.
Jesús mismo dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18).
Y Hebreos 10:25 nos exhorta: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”.
2. ¿Qué peligros hay en vivir la fe en aislamiento?
Aunque algunos argumentan que su relación con Dios es “más pura” en solitario, una fe desconectada del cuerpo de Cristo suele volverse débil, egocéntrica y sin corrección. Aquí algunos riesgos:
Falta de rendición de cuentas: nadie supervisa su vida espiritual, lo que puede llevar al autoengaño.
Orgullo espiritual: pensar que uno está “más iluminado” que los demás puede crear un espíritu de superioridad.
Desobediencia a la Palabra: que nos llama a vivir en comunidad, servir y edificarnos mutuamente (Efesios 4:11–16).
Ausencia de los dones corporativos: la iglesia es el lugar donde se ejercen y reciben los dones del Espíritu (1 Cor. 12).
Aislamiento emocional y espiritual: que puede derivar en enfriamiento de la fe.
3. ¿Y si he sido herido por una iglesia?
Esto es real y doloroso. Muchos han salido marcados por malas experiencias, manipulaciones o injusticias dentro de una congregación. Pero Dios no quiere que vivas toda la vida refugiado en una herida. Hay tiempo para sanar, pero también llega el momento de perdonar, buscar ayuda, y dar pasos para volver a conectar.
La iglesia está compuesta por seres humanos imperfectos, pero también por hermanos sinceros, líderes fieles y oportunidades de crecimiento y servicio. No te prives de las bendiciones que Dios ha preparado para ti dentro de su pueblo.
Consejo final: Sanar, perdonar y reconectarse
Si eres de los que decidió vivir su fe en solitario, te invito a reflexionar:
¿Es esta la voluntad de Dios o es una forma de protegerte del dolor?
¿Qué te estás perdiendo por no ser parte activa de una comunidad cristiana?
¿No será que Dios quiere usarte para ser parte de la solución en una iglesia local?
Dios no nos diseñó para caminar solos. Somos parte de un cuerpo, y cuando un miembro se separa, tarde o temprano comienza a debilitarse.
Pide al Señor sabiduría para encontrar una comunidad donde puedas crecer, servir y ser bendecido. No busques una iglesia perfecta, sino una donde puedas amar y ser amado, corregir y ser corregido, enseñar y aprender.
Porque la fe verdadera no se vive en soledad. Se vive en comunidad.
 

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