El amor de Dios hace que Él pueda soportar a la humanidad
que se resiste a creerle, que mantiene su vida de desobediencia y rebeldía al
plan redentor de Dios por medio de Cristo, pero también al hecho de que los
hombres no le entiendan ni le agradezcan por las bendiciones que reciben de Él.
Generalmente la gente piensa que las cosas buenas o malas que les pueda suceder
se lo deben a otras cosas.
Por ejemplo, hay quienes creen en el destino
(también llamado fatum, hado o sino) es el poder
sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y
la de cualquier ser a un fin no escogido de forma necesaria y fatal, en forma
opuesta a la del libre albedrío o libertad.
Hay otros que piensan que ellos mismos forjarán su propio
destino. Luis Gabriel Carrillo Navas decía: "Cada quien forja su destino,
cada quien escoge su camino, pero las decisiones que tome en uno o en otro
caso, son responsabilidad exclusiva de uno mismo”. William Shakespeare decía:
“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. En
ambos casos vemos el destino como una fuerza impersonal que ejerce un control
poderoso, casi inevitable sobre el accionar humano
Los hombres no forjan su propio destino, olvidan que Dios
es el que toma las decisiones sobre lo que haremos en esta vida, la biblia dice
en Pr.
16:1, 9: Del hombre son las disposiciones del corazón; mas de Jehová es la
respuesta de la lengua… El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová
endereza sus pasos.
Por otro lado, hay quienes creen
en las supersticiones. Se sabe que la superstición es la creencia en que un determinado
fenómeno o situación tiene una explicación mística, mágica o simplemente
asumida cultural, social o religiosamente sin ningún tipo de evidencia
científica. Las personas supersticiosas piensan que ciertas acciones
(voluntarias o no) tales como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones
u otros rituales, influyen de manera trascendental en su vida.
Se consideran supersticiones aquellas disciplinas que la
comunidad científica llama pseudociencias, tales como: la adivinación, la astrología,
la cartomancia, el curanderismo, el espiritismo, el feng-shui, la geomancia, la
magia, la quiromancia, el tarot. Ejemplos de supersticiones: El
novio no puede ver el vestido de la novia antes de la ceremonia porque trae
mala suerte; tocar madera, romper un espejo, vestirse de amarillo al final del
año, etc.
Dios no quiere que su pueblo se meta en este tipo de cosas
que son los recursos del diablo para que quitemos la mirada del Dios verdadero.
Él le advirtió a su pueblo antes de entrar a la tierra prometida en Dt.
18:9-10: Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a
hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien
haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación,
ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni
quien consulte a los muertos.
No falta quienes creen que la
ciencia es la respuesta de todo. La
ciencia es el conjunto de conocimientos ordenados sistemáticamente acerca del
Universo, obtenidos por la observación y el razonamiento, que permiten la
deducción de principios y leyes generales. La ciencia es el conocimiento sobre
la verdadera naturaleza del Universo.
Se cree que la ciencia lo explica todo y los que se aferran
a ella tienden a desafiar a Dios. Hace un tiempo entró al ruedo el libro On
being (Sobre ser), en el que el químico de la Universidad de Oxford Peter
Atkins reunió todo lo que la ciencia había descubierto sobre esas grandes interrogantes
de la vida y concluye que la evidencia es incuestionable. Él dijo: "Yo
pienso que la ciencia expone la maravilla del mundo como es. Uno no necesita
fantasías para asombrarse. La ciencia es la gloria verdadera, mientras que la
religión es la gloria fabricada. Las nociones religiosas de alma y espíritu, de
la vida eterna y el juicio final, no son más que "fantasía", dice.
"A mí no me importa que la gente apele a falsos consuelos, pero uno tiene
que saber que son falsos".
Albert Einstein una de las mentes más brillantes del siglo
pasado enseñaba que "La ciencia sin la religión es coja; la religión sin
la ciencia es ciega". No descartaba la importancia de la religión, o la
existencia de Dios como el principio supremo que explica la razón de ser de
todo.
La biblia enseña que la ciencia aumentará y aquellos que
creen que ella lo explica todo, también. Está escrito en el libro de Daniel, Dn.
12:4: Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del
fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.
A pesar de que la gente se aferra
a todas estas cosas Dios sigue mostrando su amor hacia ella,
como lo dice el apóstol Pablo en Ro. 5:8: Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Dios no
quiere que nadie se pierda, ni aun aquéllos que le dan gloria al destino, las
supersticiones y la ciencia, pero todos estos deben arrepentirse de sus pecados
si quieren experimentar el perdón divino y la salvación de sus almas. Después
de todo hay algo que Dios no puede hacer, ni la ciencia, ni la superstición si
te resistes creer en Jesucristo, es tu propia perdición eterna, sólo tú la
puedes evitar creyendo en el Salvador. Él tiene paciencia y la seguirá
teniendo, pero recuerda tu estancia sobre este mundo es temporal y si no
resuelves esta cuestión hasta antes que te vayas, más allá ya no podrás
hacerlo, 2 P. 3:9: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento
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