sábado, 30 de marzo de 2019

PASTORES OLVIDADOS





¿Es posible que Dios olvide a sus siervos? No, Dios nunca olvida, los que olvidan son los hombres, incluso la iglesia.
Hablé con uno, ¡qué digo!, con varios amigos consiervos que ahora están fuera del ministerio , o han abierto sus propias iglesias, o se dedican a otra cosa, como decimos, a un trabajo secular. Las razones pueden ser muchas, pero veo que varios de ellos salieron resentidos porque tuvieron alguna desavenencia con la directiva de su denominación, algunos salieron en disciplina, otros porque vieron algún tipo de injusticia, y muchos de ellos olvidados.
Algunos dicen que a veces es mejor callar, es mejor no decir nada porque si dices algo que no parece correcto para ellos, esto puede jugar en tu contra. Se nos enseña a hacer mutis y aceptar lo que dice la autoridad, sin cuestionamientos, porque si lo haces  te metes en problemas.
Debemos dejar en claro que las Instituciones cristianas están dirigidas por hombres, asumo que son hombres consagrados a Dios, que buscan la dirección de Él para sus vidas, y sobre todo, que con la ayuda divina desean  encaminar a la denominación de acuerdo a su voluntad, sin embargo, como hombres que son también pueden equivocarse.
Hace poco conversé con la esposa de un pastor, que me comentó que su esposo estaba sufriendo de depresión. Lo sacaron del ministerio y lo sumieron en el ostracismo, ahora nadie se acuerda de él, literalmente me dijo ella, nadie lo visita.
Hace un tiempo atrás conversé con otro amigo pastor que ya fue jubilado y, que según él, fue maltratado, porque lo apuraban para que deje el cargo. Un hombre que dio toda su vida al servicio de Dios, se sentía mal por la forma cómo lo despedían.
En una denominación también se aplica ese dicho que dice “pueblo chico infierno grande”. La noticia de la salida de algún pastor, sea cual fuere la razón, corre rápido a nivel del liderazgo y así se entera de los motivos de su salida, y hay quienes toman las precauciones para no invitarlo y mantenerlo en la penumbra.  Si salió disciplinado por alguna falta, pues hay que restaurarlo, y esto lleva tiempo, y mientras tanto debe dedicarse a otra cosa, trabajando en lo que sea. En algunos casos es restaurado en otros no, y los que no pues son olvidados.
Generalmente las iglesias grandes que tienen mucho liderazgo, caen en el problema de la despersonalización, en realidad uno se pierde en el montón de gente que hay. Si dejas de ir a tu iglesia es probable que el pastor ni se entere, y quizá ni le interese, pues nunca te visita. Comprendo que  habiendo tanta gente, los pastores no se van a dar abasto para tantos, por eso usan a sus líderes, pero ni aun así se puede visitar a toda la iglesia, por lo menos en las llamadas mega iglesias. Siempre dije que ahora vivimos los tiempos en que los pastores ya no visitan a sus ovejas, estas deben visitarlos y sacar citas, y así como en Essalud, deben esperar la programación de su turno para que la atiendan.
Del mismo modo habiendo tantos pastores, pues cada año los Institutos bíblicos y Seminarios “botan”, en el buen sentido de la expresión, promociones de pastores que serán contratados por las iglesias, pues la tendencia ahora es contratar a pastores jóvenes y a los que bordean los 50 años para arriba, pues no, ya no son atractivos. Lamentablemente muchos que están en este rango de edad están siendo olvidados, y a pesar que son hombres de experiencia y trayectoria no se les toma en cuenta. Con todo el respeto que merece la iglesia de Cristo, ella siempre será su cuerpo, pero nosotros los hombres hemos hecho de ella una empresa que contrata pastores como empleados, que les pagan su sueldo entre otras gollerías, y que el día que se desee prescindir de ellos, pues simplemente se les deja de lado y se les olvida. Esta es la filosofía que el capitalismo o la economía de mercado o lo que fuere dejó en el ámbito eclesial: eres útil mientras tengas una vida útil, después….adiós. Dios no nos llamó a ser empresarios de su iglesia, sino pastores de ella.
Dice Pr. 27.23: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños”, pero ¿quién se preocupa por los pastores que están olvidados? ¿Quién debe visitarlos o cuidarlos?
El Señor habla contra los pastores de Israel en Ez. 34:4: “No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”. Es decir, amonesta a estos falsos pastores porque no les interesaba cuidar a las ovejas del Señor. Me preguntó ¿y quién cuida al pastor perniquebrado? ¿quién se encarga de ayudar al que está descarriado o perdido, o como el caso que mencioné más arriba, el que está olvidado y deprimido? La primera respuesta que puedo dar a esta pregunta es que Dios es el principal ayudador de estos siervos que en muchos casos fueron abandonados por sus autoridades, y lo único que  pueden  hacer por ellos es simplemente orar o decirles como le dijo Darío a Daniel: “…. El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre”, Dn. 6:16. Creo que podríamos hacer eso y mucho más.
Esta reflexión no la hago porque tenga algo contra alguien, soy pastor, amo mi denominación, la cual Dios ha bendecido enormemente, pero podemos estar perdiendo la sensibilidad a muchas cosas, entre ellas la atención de quienes han dado mucho, han dado sus vidas por hacer de esta denominación grande, y que ahora se sienten relegados porque ya no hay espacio de servicio para ellos; se sienten olvidados sin que nadie se acuerde de ellos. Y no estoy hablando de los que están jubilados porque este es otro cantar, sino de aquellos que aun son útiles, que desean servir, pero no se les da la oportunidad.
Sólo espero que Dios nos haga más dóciles a este problema y no sólo seamos el buen samaritano para auxiliar a los que están destrozados por el pecado, y que requieren atención, sino que también veamos en el hombre herido al siervo de Dios que también se siente olvidado, maltrecho, que necesita aliento y que sepa que la iglesia lo ama, lo aprecia, le provee ayuda y ora por él.  “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios..” He. 13:7.







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El castigo corrige