No hay cosa tan decepcionante y detestable que poner tu
confianza en alguien que se hace llamar hermano y que lleva una vida paralela,
una vida que deshonra a Dios. Puedes en tu ingenuidad confiarle algunas funciones
de servicio sin sospechar para nada que esa persona que aparentemente es
confiable, está burlándose de Dios. Es cierto que todos podríamos llegar a esto,
pero uno que descuida su comunión con Dios siempre y sin ningún interés de
edificarse con la palabra es alguien que corre el riesgo de volverse un
hipócrita y ocultar sus malas intenciones o disfrazarlas de una falsa espiritualidad
engañándose y engañando a todos. Cuando descubres su pecado y no tiene otra
cosa que admitirlo te produce una pena profunda y como dije una decepción, pero
a la vez debes pedir a Dios que tenga compasión de ese hermano para que pueda
ser restaurado, si es que puede ser restaurado, si es que su sensibilidad por
Dios aún existe. De ser así Dios podría intervenir y hacer de él una nueva
criatura. El corazón del hombre es tan engañoso que bien tiene la razón el
profeta Jeremías cuando dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas,
y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Sólo Dios conoce nuestro corazón
a profundidad y sólo Él puede cambiarlo.
domingo, 28 de junio de 2015
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