viernes, 12 de octubre de 2012

Sexo online: silencio en las iglesias

Pornografía y cristianos. El tema da para mucho, pero se habla muy poco de ello en las iglesias. Una de las razones podría ser que, según señalan las cifras de algunos estudios, su consumo entre cristianos está casi tan extendido como entre personas que no se consideran religiosas. ¿Qué efectos tiene la visualización de sexo online? Marcos Zapata, pastor evangélico y terapeuta familiar, nos acerca a un tema que ya se ha convertido en una problemática central de muchas familias cristianas. Una de cada cuatro búsquedas en Internet tiene que ver contenidos eróticos o pornográficos. Esta es una de las estadísticas más conocidas sobre el comportamiento de los internautas a nivel global, una tendencia que alimenta una “industria sexual” que sigue su crecimiento y diversificación. Se calcula que en la red hay más de 1.000 millones de sitios web con referencia a contenidos X. ¿Qué hay del consumo entre cristianos? El impacto en las comunidades cristianas sería más alto de lo pensado, si hacemos caso de los estudios hechos en Estados Unidos, un país representativo porque combina su protestantismo histórico con el hecho de ser el mayor productor de pornografía. La mitad de las familias cristianas consultadas allí apuntan a la pornografía como un problema importante. Incluso entre líderes cristianos el impacto del consume es alto. Sobre un 30% de los pastores evangélicos encuestados reconocieron haber consumido pornografía en Internet en el último mes. Una cifra que subía a más de la mitad de los consultados si se amplía el espacio de tiempo al último año. Los datos los ofrece la organización JustOneClickAway. Esta plataforma, lanzada por el autor Josh McDowell, muestra en un impactante videoclip cómo la pornografía ha hecho un impacto silencioso en la mayoría de familias, incluidas las cristianas. La propia industria pornográfica reconoce que más del 20% de consumidores de sus contenidos son menores de edad. La edad media en la que se visiona por primera vez un contenido pornográfico es de 11 años. OCULTAR EL PROBLEMA: MIEDO A REACCIÓN DEL ENTORNO Preguntado por la situación en España, Marcos Zapata explica que se ha encontrado con algunos casos de adicción sexual entre líderes cristianos. Pero en contraste con EEUU, donde varias organizaciones han investigado en profundidad, “que yo conozca, no hay trabajos editados en nuestro país”, explica. “Mi intuición personal indica que lo vergonzante de la situación hace que se calle, hay miedo a las repercusiones ministeriales o a la reacción del entorno”. Muchas personas creen que si su actividad online relacionada con el sexo sale a la luz llevaría a conflictos que podrían acabar por afectar gravemente a la familia, el trabajo o su servicio en la iglesia local. Y añade: “A esto se le llama angustia, que es el factor más determinante en la permanencia de la adicción. Es entendible que el miedo y la angustia atenace a los adictos al sexo”. “PONE TODOS LOS VALORES PATAS ARRIBA” ¿Hasta dónde puede la pornografía cambiar el día a día de una persona? “En mi experiencia pastoral me he encontrado con que la adicción sexual tiene un elemento compulsivo que hace que se pierda el control y se vuelvan ‘patas arriba’ la vivencia de los valores y principios”, dice Zapata. Una adicción sexual es muy parecida a otras adicciones y la ‘desintoxicación’ también suele ser más difícil de lo que parece. “Algunos pueden pasar meses, semanas, e incluso años presumiblemente libres, hasta que algo pone en movimiento la adicción nuevamente: la tensión, el tiempo libre, cambios en la vida, un período del año, un lugar, una vieja canción”. Uno de los efectos más demoledores es que “la adicción por sí misma ataca la voluntad y la autoestima, divide el corazón en dos. La gente que es adicta sexualmente a menudo dirá que se siente como si fuera dos personas diferentes”. Las prioridades normales de la persona cambian por completo. “Esa segunda persona llega a dominar tanto que deja de importarle todo aquello que le rodea, con tal de conseguir una dosis más”. “Lógicamente el matrimonio se resiente, los hijos quedan a un lado… La adicción sexual suprime la ternura y la compasión, para dejar su espacio a la indiferencia, cuando no al menosprecio o al maltrato”. PLATAFORMAS PARA “FRENAR LA EPIDEMIA” Una de las formas de combatir el consumo de pornografía es la de rendir cuentas a alguien de confianza. Lo facilitan algunas plataformas en internet, con programas que no filtran ni bloquean el acceso a contenidos eróticos pero que permiten, con la aprobación del usuario, enviar su historial de visitas online a otro usuario de confianza. Es lo que proponer, por ejemplo, Covenant Eyes, una de las organizaciones que más ha desarrollado esta idea. Según las estadísticas de esta organización (recogidas también en EEUU), un 56% de los casos de divorcio incluyen a una de las partes teniendo “un interés obsesivo en la pornografía online”. Además, el consumo se ha normalizado tanto que el 29% de personas consultadas reconoce haber accedido a contenidos pornográficos desde su lugar de trabajo. Existen decenas de libros publicados por diversos autores del contexto cristiano sobre el impacto de la pornografía. La mayoría de ellos en inglés. Destacan “Captured by a better vision” (Tim Chester, IVP, 2012), “Porn-free Church” (Covenant Eyes, 2012), “Porn-again Christian” (Mark Driscoll, Re:Lit, 2009), “Secret Sexual Sins: Understanding A Christian's Desire For Pornography” (Fred C. Rochester, Outskirst Press, 2009), “Surfing for God” (Michael John Cusick, Thomas Nelson, 2012) o “Wired for Intimacy: How Pornography Hijacks the Male Brain” (William M. Struthers, IVP, 2009). Autores: Joel Forster Editado por: Protestante Digital 2012

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