viernes, 6 de enero de 2012

UNA PEQUEÑA LOCURA

Todos deseamos destacar, todos queremos ser reconocidos. Muchos viven de los elogios y de los aplausos de la gente. Creemos que para ser exitoso necesitamos del reconocimiento de los demàs, y cuanta màs gente tengas a tu alrededor, pues crees que esto es un signo de que tu prestigio va viento en popa. Es verdad, en el àmbito secular estas cosas se ven a menudo, sino ¿cuàl serìal la razòn de porquè existe la tendencia a discriminar y subestimar a otros? De aquì que podamos comprender a ese espìritu de competencia que impele a la gente, a toda costa, a valerse de cualquier medio para salir triunfante, sin interesar si para lograr ello haya que aplastar a los demàs. Detràs de este vano deseo de estar por encima de los demàs, existe la ambiciòn de poder, motivada por el egoìsmo humano y èste tiene sus raìces en su naturaleza pecaminosa.. Mientras el hombre sea esclavo del pecado, serà esclavo tambièn de sus propias pasiones desordenadas. Es triste ver esta anomalìa de poder carnal y de falsa superioridad filtrarse en la iglesia. Me pregunto si los lìderes de las iglesias no estàn expuestos a esta voràgine que arrastra a los corazones desprovistos de la gracia de Dios. Creo que sì, ellos tambièn estàn expuestos a este peligro. Escuchè a un ministro que en cierta ocasiòn me dijo que me cuide de las “tres F”. “¿Cuàles son esas tres F?” – preguntè- y me respondiò: “La Fortuna, las Faldas y la Fama”. Comprendì entonces que muchos siervos de Dios han sido vìctimas precisamente de esas desagradables “F”. Un lìder cristiano es tan humano como cualquiera, no es un marciano. Lo que lo hace tan especial es porque la gente cree que vive màs cerca de Dios que cualquier otro, y esto es cierto, pero tambièn no lo es, sino ¿porquè tenemos que seguir escuchando sobre varios que cayeron en tentaciones y derrumbaron cual castillo de naipes sus ministerios. La caìda suele ser màs estrepitosa en un lìder cristiano, porque se trata de un hombre que constantemente insta a la grey a vivir en santidad y ora, lee la biblia, ayuna, hace vigilias y demàs, y si se le descubre alguna falta, pues pierde crèdito y nadie le hace caso. Es triste ver cuàntos hermosos ministerios se han venido abajo por los devaneos de aquèllos que han sido sus principales gestores. El llamado a la santidad por parte de Dios se mantiene incòlume, el mandato a cuidarnos de las asechanzas del maligno y no dejarnos seducir por la avaricia, la fama y el sexo descontrolado sigue firme, pero las caìdas siguen dàndose. Es menester que cada siervo de Dios sea muy consciente de sus convicciones de fe y que tenga bien centradas sus prioridades. Tenemos que hacer uso de las disciplinas espirituales siempre, el primer cuidado que tenemos que tener es de nuestra propia alma. ¿Còmo puedo velar por los demàs, sino velo por mì primero? ¿Còmo puedo guiar a los demàs a buscar a Dios si yo no lo hago primero? La pèrdida de la intensidad en la bùsqueda de Dios es un factor clave del derrumbe espiritual y moral de muchos lìderes. Querido siervo o sierva de Dios, me incluyo tambièn, busquemos la santidad, pero busquèmosla de verdad. No ambicionemos lo que nos pueda dañar. Lo honraràs a El ,cuando los aplausos no te los apropies tù, se los des a Dios; lo honraràs a El cuando no ames màs el dinero que a Dios, lo honraràs a El, cuando seas fiel a la mujer que tienes sin desear a otra en tu corazón. Morir a los deseos de la carne no es fácil, si es que lo haces en tus fuerzas, pero con la ayuda del Espìritu de Dios es posible, entonces busquemos el poder de Dios para salir victoriosos en la contienda contra nuestras propias debilidades, y podamos reflejar la presencia de Dios que nos destacarà frente a los demàs, y que nos darà la humildad para postrarnos ante El, y decirle: “¡Toda la gloria sea para ti Señor!” “Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; asì una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable” Ecl. 10:1. WALTER DELGADO

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EL FIEL AMOR DE DIOS NO CAMBIA