domingo, 27 de julio de 2025

NO RENDIRSE JAMÁS

 


La vida no es un camino fácil. Todos, en algún momento, hemos experimentado pérdidas, decepciones, traiciones, enfermedades, fracasos o sueños rotos. A veces, el dolor parece más fuerte que la esperanza. Las lágrimas brotan solas y la tentación de rendirse se asoma como una opción “lógica”. Pero, aunque nuestras fuerzas parezcan agotarse, rendirse nunca será la salida… sobre todo cuando sabemos que no estamos solos.

Dios está de nuestro lado. Esa verdad lo cambia todo. La Biblia nos recuerda en Romanos 8:31: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" Esta no es una frase motivacional vacía; es una promesa poderosa. El Creador del universo está comprometido con nuestra causa, camina con nosotros en medio del valle más oscuro y, aun cuando todos nos hayan abandonado, Él permanece fiel.

Rendirse es negarse la posibilidad del milagro. Es decirle a Dios: “Ya no creo que puedas hacer algo con esto”. Pero la fe no se alimenta de las circunstancias; se alimenta de la confianza en que Dios puede obrar incluso en medio del caos. David no se rindió ante Goliat, José no se rindió en la cárcel, Job no se rindió en medio de la aflicción, Jesús no se rindió en la cruz… y tú tampoco deberías rendirte ahora.

Cada cicatriz que llevas es una señal de que luchaste, y aún estás aquí. Y si aún estás aquí, es porque Dios aún no ha terminado contigo. Tus lágrimas no son en vano; cada una de ellas es recogida por el Señor (Salmo 56:8). Cada experiencia amarga puede convertirse, en las manos de Dios, en un testimonio poderoso.

Rendirse es dejar que el enemigo gane. Pero seguir luchando, aun con las rodillas temblorosas y el corazón herido, es una declaración de fe. Es gritarle al mundo y al cielo: "Creo que Dios puede levantarme otra vez." Porque lo hará. Él da fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna (Isaías 40:29).

No te rindas. Aunque estés cansado. Aunque otros no crean en ti. Aunque te sientas solo. Porque Dios nunca se rinde contigo, y eso ya es razón suficiente para seguir adelante. Hoy puede ser oscuro, pero con Dios, el amanecer siempre llega. La victoria no siempre viene cuando la esperamos, pero sí cuando confiamos.

 

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A TIEMPO Y FUERA DE TIEMPO